En los últimos años México vio crecer su dependencia de combustibles fósiles en un 90 por ciento, dijo Francisco Barnés de Castro, al impartir la conferencia magistral: “¿Qué hacemos con Pemex?” ante socios del Clúster Energético de Nuevo León.
“Somos un país crecientemente deficitario en energía, un 45 por ciento de la energía que utilizamos proviene del exterior y enfrentamos riesgos crecientes de fallas sistémicas o desabasto en el suministro”, advirtió el especialista.
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Ante un panorama poco alentador de la empresa, el experto alertó que de no corregirse el rumbo, Petróleos Mexicanos corre el riesgo de convertirse en un lastre para las finanzas públicas, un freno para el desarrollo nacional, un importante factor de daño a la salud y una agresión creciente al medio ambiente.
También sostuvo que el país se ha vuelto cada vez más dependiente de las importaciones de gas natural y productos refinados, mientras que se exporta fundamentalmente petróleo crudo y combustóleo.
“Contamos con 6.1 billones de barriles de reservas probadas de petróleo, equivalente a diez años de producción”.
En tanto, la producción de gas natural solo alcanza para atender la demanda de Pemex y menos del 15 por ciento de la demanda del sector eléctrico y la industria nacional, y tan solo se tiene seis años de reservas al ritmo actual de producción.
El experto consideró que una gran parte de las plantas y equipos de Pemex tienen más de 30 años de antigüedad, reciben poco mantenimiento, son muy ineficientes desde el punto de vista energético y son altamente contaminantes.
Agregó que se necesita urgentemente destinar cuantiosos recursos de inversión para renovar o reemplazar las viejas e ineficientes instalaciones del sector, agregar nueva capacidad para soportar e impulsar el crecimiento de la economía nacional.
“Nuestro Sistema Nacional de Refinación (SNR) se encuentra operando a un 50 por ciento de su capacidad instalada, produce tan solo 32.8 de gasolina / 8 de crudo procesado, mientras que produce 34.8 de combustóleo /8 de crudo procesado”.
Barnés de Castro mencionó en su ponencia que para poder deshacerse del combustóleo, que ya no tiene mercado como combustible, Pemex se ha visto obligado a exportarlo, junto con crudo ligero, para ser utilizado como carga en las refinerías del sur de Texas, lo que ha obligado al SNR a recibir una mezcla de crudo cada vez más pesada.
Así, mientras que las refinerías del sur de Texas maximizan sus utilidades, en México se incrementan las pérdidas.
Las fuertes restricciones presupuestales que Pemex ha experimentado han obligado a la empresa a reducir su presupuesto para mantenimiento, lo que ha incrementado significativamente el número de accidentes y de paros no programados.