Por: Gabriela Torres-Mazuera
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Los nuevos acaparamientos de tierras se caracterizan por el control que el capital ejerce para redefinir usos, significados y valores de la tierra agrícola y otros recursos, con fines de acumulación capitalista. Para el caso mexicano, proponemos concebir el acaparamiento como un proceso por el cual la tierra, bajo régimen de propiedad ejidal, es “extraída” de un modelo de economía campesina para ser incorporada a un mercado capitalista bajo un nuevo régimen de propiedad (privada) y uso de suelo (generalmente de forestal a agrícola o urbano). Lo interesante de este proceso, que supone un conjunto de “trámites” comenzando por el “cambio de destino” o parcelamiento de tierras de uso común, es que la sola conversión de la tenencia (de uso común a parcelada, o de parcelada a dominio pleno) genera valor. En efecto, el precio de un predio parcelado y titulado es mayor a la de un tramo de tierra comunal de la misma superficie.