Por: Marien Rivera, Susana Camacho y Ernesto Peralta
Ilustración: Jonathan Rosas, cortesía de Nexos
Hasta el momento, la única respuesta ha sido endurecer penas y criminalizar más conductas. La vía punitiva en ningún escenario es efectiva, pero en el caso mexicano es, además, una broma cruel o una franca simulación. ¿Por qué? Porque sin importar cuán grave sea el delito, nuestro sistema de justicia es incapaz de establecer consecuencias. De los 33 millones que se cometieron en 2018, apenas 0.44 % fueron procesados de alguna manera por un juez. En un entorno democrático a la sociedad civil le toca ser un contrapeso de la actuación del gobierno y criticar, cuando corresponda, la forma en la que ejercen su autoridad. Y, en ejercicio de esa obligación ciudadana, no hemos dejado de ser vocales respecto de los peligros de intensificar la militarización y el punitivismo. Apostar por la vía civil implica, necesariamente, invertir en la policía, dignificar sus condiciones de trabajo y prepararlas para que puedan cumplir con su función. Por eso es que desde nuestro espacio de participación ciudadana nos hemos dado a la tarea de trazar una ruta hacia la pacificación del país. No es la única pero es indispensable: creemos que ese camino comienza hilando desde nuestra Constitución.