Por: Eduardo Backhoff Escudero
Ilustración: David Peón, cortesía de Nexos
Un aspecto central del proceso educativo es la evaluación del aprendizaje que permite conocer el progreso educativo de cada escolar para tomar acciones pedagógicas pertinentes. La información que genera la evaluación permite que el personal docente pueda retroalimentar atingentemente a cada estudiante. El modelo de educación a distancia ha evidenciado la dificultad que se tiene para evaluar oportuna y eficazmente a los estudiantes, certificar sus aprendizajes y promoverlos de un grado a otro. Debido a la dificultad para evaluar válida, confiable y justamente a los estudiantes, algunos países —como el nuestro— han optado por cancelar las evaluaciones formales, aplicar evaluaciones alternativas (portafolios y opinión de padres de familia), evitar la repetición de grado y atender el rezago de aprendizaje cuando se regrese a clases presenciales. En el caso de México, la encuesta indica que 57 por ciento de los docentes tuvo dificultades para brindar retroalimentación a los estudiantes; problema que fue reportado por 2 de 3 maestros de primarias indígenas y de telesecundarias.