Por: Gustavo Gómez Peltier
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
La principal limitante para la producción de vivienda social está en la propia normatividad urbana. Ésta fue elaborada desde una perspectiva de contención del desarrollo basado en una serie de imaginarios y supuestos técnicos débilmente sustentados o en simples objetivos electorales absurdamente formulados, mas no en una política de fomento a la producción de vivienda en un marco de desarrollo urbano ordenado y equitativo capaz de atender la constante y creciente demanda (ponga aquí el número que más le convenza en términos de déficit anual y acumulado). La demanda de vivienda social es un hecho que preocupa a pocos ya que, de una forma u otra, se satisface fuera del ámbito territorial al que los políticos y planeadores pertenecen. No importa si es mediante el hacinamiento, la ocupación de zonas de riesgo o de valor ambiental, o en municipios conurbados que la vecinocracia o los políticos locales nunca han visitado o cuya existencia desconocen, pero en los cuales se generan gran parte de los problemas que los legisladores dicen defender a golpe de exhortos, puntos de acuerdo y discursos que los hacen creer que son adalides de las causas ciudadanas en temas como el agua, la sostenibilidad y la vivienda.