Por: María Xelhuantzi López
Fotografía: Víctor Solís, cortesía de Nexos
En el pequeño y cerrado mundo del sindicalismo en el país, así como en el universo de los medios de comunicación en México, tan despreocupado de lo que acontece en el primero, la noticia causó cierto revuelo, en particular porque se trató de un acontecimiento inesperado, en el que un grupo de oposición sindical obtenía una victoria que nadie veía venir. En los círculos oficiales, lo ocurrido en ASSA fue visto de inmediato como un mérito atribuible a la “reforma laboral” y a su magia para cambiar un sistema sindical y de relaciones obrero-patronales corrompido hasta la médula, y profundamente disfuncional para la representación y defensa de los intereses y derechos de los trabajadores. En pocos días, lo ocurrido en ASSA dejó de ser noticia, y ni siquiera volvió a ser tomado en cuenta cuando los nuevos integrantes de oposición en el Comité Ejecutivo Nacional tomaron protesta de sus cargos, en febrero de 2022. Para estos sobrecargos, la verdadera historia estaba por comenzar. Si bien es preciso reconocer que el triunfo electoral de 2021 se apoyó en parte en algunos aspectos novedosos de la “reforma laboral”, lo cierto es que lo que sucedería a lo largo de los meses siguientes y en la actualidad, de cara a las elecciones de noviembre de 2022, en las que está en juego otro tercio de los cargos del Comité Ejecutivo Nacional, incluyendo la preciada cartera de Secretaría General, pondría en evidencia las enormes limitaciones, las trampas y los engaños de dicha reforma, en particular para los trabajadores.