Por: Daniela Philipson y Samantha Pérez Dávila
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Por sí mismas, las drogas no conducen a una espiral de violencia. El punitivismo y la prohibición son la raíz de la violencia asociada con las drogas. La regulación de drogas, el replanteamiento del sistema de justicia y el discernimiento de los diferentes tipos de violencia propiciados por la prohibición resultan indispensables para abordar la relación entre las drogas y la violencia en sus diferentes dimensiones económicas, políticas, sociales, médicas y ambientales. La regulación acabaría con varias dimensiones de esta violencia; además, aumentaría los recursos que el Estado podría enfocar en mitigar otras dimensiones de la violencia. Por ejemplo: otorgar a los ciudadanos con las necesidades básicas (físicas y atención mental) para reducir los incentivos a cometer violencia; invertir en programas comunitarios para integrar a los jóvenes y reducir la probabilidad de que participen en pandillas, y entender mejor los lazos de corrupción que permiten a los grupos del crimen organizado operar en otras áreas (tráfico de personas, entre otros).