Por: David López-García
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Un importante número de compañías en Estados Unidos está recurriendo a una estrategia llamada nearshoring, que consiste en contratar la manufactura en países cercanos al país contratante para minimizar los costos de producción. Muchas compañías estadunidenses están volteando hacia México para mover su producción de este lado del Pacífico. Las razones son evidentes. Compartir más de 3000 kilómetros de frontera representa una ventaja geográfica en términos de costos de transporte. México tiene zonas urbanas altamente industrializadas con proveedores muy confiables en la producción tanto de bienes de consumo como en insumos para la producción. Además, el tratado de libre comercio de Norteamérica garantiza una alta estabilidad de las relaciones comerciales. El gobierno federal y los gobiernos estatales pueden hacer mucho para incrementar la capacidad productiva del país y posicionar a México en lugares más importantes en las cadenas de producción globales. Por supuesto que habrá que discutir con detenimiento el tipo de políticas que se deberían implementar. De hecho, ese es el objetivo de este texto, proponer un debate sobre la forma en que el gobierno federal y los gobiernos estatales deberían aprovechar la coyuntura generada por el nearshoring de las empresas estadunidenses en México.