Bajo la administración de Julio Menchaca Salazar, el estado ha diversificado su economía con avances significativos en manufactura, agroindustria y energía
Hidalgo, con su creciente fuerza laboral y capacidad competitiva, se perfila como un socio estratégico para empresas estadounidenses. El clúster automotriz y la diversificación económica del estado son pilares que, lejos de debilitarse, tienen el potencial de fortalecerse con el fenómeno del nearshoring y las políticas de relocalización que han caracterizado la visión económica de Donald Trump.
Para empezar, el nearshoring -la relocalización de cadenas de suministro desde Asia hacia destinos más cercanos como México- cobra aún más relevancia bajo un gobierno que busca reducir la dependencia de productos fabricados en China. Desde su primera administración, Trump impulsó esta tendencia mediante el endurecimiento de políticas arancelarias contra Asia, lo que llevó a muchas empresas estadounidenses a trasladar plantas de producción a México.
Hidalgo, con su creciente infraestructura industrial, producción agrícola y su ubicación estratégica, está bien posicionado para aprovechar este contexto. Con parques industriales en expansión y una red logística que conecta con el centro y norte del país, el estado se ha convertido en un punto de interés para empresas que buscan reducir costos y cumplir con los requisitos de contenido regional establecidos en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Bajo la administración de Julio Menchaca Salazar, Hidalgo ha diversificado su economía con avances significativos en manufactura, agroindustria y energía, entre otros sectores clave en un panorama económico donde las políticas de Trump buscan fomentar cadenas de suministro más localizadas.
Aunque Trump ha prometido implementar altos aranceles a los autos fabricados en México, las reglas del T-MEC que exigen mayor contenido regional en los vehículos pueden traducirse en una ventaja para el estado. La pujante industria automotriz de Hidalgo en regiones como Sahagún y Tula-Tepeji, tiene la capacidad de producir autopartes y componentes esenciales que cumplan con este requisito, posicionándose como un aliado estratégico para las armadoras que buscan cumplir con las regulaciones.
Además, los incentivos fiscales para relocalizar operaciones promovidos en el pasado por Trump, podrían atraer más empresas al sector automotriz de Hidalgo, reforzando su crecimiento económico y generando empleos en el estado.
El T-MEC, negociado originalmente durante la primer presidencia de Trump, resultó ser muy diferente para México de lo que se anticipaba. Este tratado sigue siendo una base sólida para las exportaciones, particularmente en los sectores automotriz y agrícola. Con la revisión programada para 2026, el gobierno mexicano, liderado por la presidenta Claudia Sheinbaum y con Marcelo Ebrard como secretario de Economía, cuenta con la experiencia y el conocimiento necesarios para llevar a cabo negociaciones con solidez y eficacia.
El nombramiento de Ebrard, quien trató directamente con Trump durante la negociación del T-MEC, es una señal clara de que México está preparado para enfrentar los retos de esta relación bilateral. Además, el titular del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), Santiago Nieto, cercano a Menchaca y a Ebrard, se posiciona como un aliado estratégico clave.
Las importaciones desde Estados Unidos hacia México se mantendrán estables, reflejando la sólida interdependencia económica entre ambos países. México continuará siendo uno de sus principales aliados comerciales al exportar bienes clave, mientras las empresas estadounidenses seguirán aprovechando los beneficios que ofrece el T-MEC.
Aunque la retórica de Trump puede generar incertidumbre, el panorama para Hidalgo es prometedor. Con su creciente infraestructura industrial, su posición céntrica y el respaldo del T-MEC, el estado está preparado para aprovechar las oportunidades del nuevo contexto económico.