Como cada tres años, el líder sindical del Ayuntamiento de Puebla, Gonzalo Juárez Méndez, activa su modo camaleónico para alinearse con la nueva administración en turno. Esta estrategia de adaptación no es gratuita: representa una forma de supervivencia política que le reditúa múltiples beneficios. Y, bajo la premisa de que “el fin justifica los medios”, Juárez Méndez no vacila en modificar reglas, afectar a sus propios agremiados o recurrir a maniobras que puedan asegurarle la confianza del edil de turno.
Su historial de alianzas y rupturas; sin embargo, ha ido desgastando su credibilidad. La historia se repitió con Claudia Rivera, luego con Eduardo Rivera y, recientemente, con Adán Domínguez.
Su fórmula es predecible: al inicio de cada administración, ofrece su apoyo incondicional, ganándose la confianza del presidente o presidenta municipal; pero, una vez superado el primer año, empieza a presionar, rompe acuerdos, y utiliza a los sindicalizados como un posible factor de conflicto en lugar de un elemento que sume a las soluciones para el municipio. Así, para el tercer año de mandato, sus aliados suelen recibir una traición calculada, como lo han vivido exalcaldes anteriores.
Esta estrategia no es una novedad; Juárez Méndez fue aliado de Rivera Vivanco para luego respaldar a Rivera Pérez, y en el último proceso electoral mantuvo una buena relación con Domínguez Sánchez. Esta simpatía se trasladó al candidato panista Mario Riestra, pero cambió de bando al ver el crecimiento en encuestas de Pepe Chedraui. Queda ver si esta aparente buena relación que inaugura con la actual administración se mantendrá a largo plazo o si se desvanecerá, como ha sucedido antes. La verdadera prueba radica en si este vínculo entre el líder sindical y el ayuntamiento se traducirá en un trabajo eficaz y constante, que beneficie a la sociedad poblana, y no solo en jugadas políticas y maniobras que poco aportan al bien común.
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Los concesionarios del transporte público creen tener los mismos privilegios que les dieron en su momento el marinismo y el barbosismo, pero no entienden que los tiempos cambiaron. Ayer el gobernador se pronunció con una idea que he expresado en repetidas ocasiones: si las concesiones ya no les son redituables, que las devuelvan y que se dediquen a otra cosa.