En política, los primeros días son cruciales. Ahí se mide el pulso, se definen prioridades y se envían mensajes.
El arranque de Alejandro Armenta como gobernador de Puebla no han pasado desapercibido. Ha dado golpes sobre la mesa. Antes de asumir el cargo, ya dejaba ver que no dudaría ante las decisiones difíciles. Ahora, ya en el poder, lo confirma: no cargará con los pecados del PRI, del PAN ni de sus propios compañeros de Morena.
La salida de Héctor Durán de la empresa Agua de Puebla no fue una advertencia, fue una sentencia. Para el gobernador, no hay espacio para segundas oportunidades. Dejó en claro que el desorden que arrastra esta concesionaria, que por años ha sido fuente de descontento social, no será una cruz que él cargue. Se viene una limpieza profunda dentro del organismo.
Antes vimos el caso del ex fiscal Gilberto Higuera. Su salida no fue improvisada ni casual. Lo de postularse como ministro de la Corte solo resultó un excusa conveniente. Armenta lo tenía calculado desde antes de tomar posesión.
Algo similar ocurrió con Félix Cerezo Vélez, quien fue descartado para continuar al frente de la Comisión de Derechos Humanos. En su lugar, llegó Rosa Isela Sánchez Soya quien ha demostrado estar a la altura del desafío. Veremos si con la llegada de Idamis Pastor Betancourt a la Fiscalía se corre con la misma suerte.
Pero Armenta no se queda ahí. Se avecinan más cambios, particularmente en la Auditoría Superior del Estado y en otras áreas que arrastran ineficiencias administrativas. Todo parece indicar que no habrá intocables.
A esto se suma la incorporación a su gabinete de perfiles provenientes de todas las expresiones políticas. Ejemplo de ello son los panistas Carlos Alberto Olivier, como secretario de Salud y Paola Angón, en la subsecretaría de Gobernación, así como el perredista Carlos Martínez Amador, en una dirección de Bienestar.
Esto muestra, por un lado, un sentido de inclusión, y por el otro, control y una buena relación con cualquier grupo opositor.
A una semana de haber tomado protesta, Armenta comienza a dibujar su estilo, muy diferente al de sus predecesores. Los primeros golpes sobre la mesa ya los dio. La pregunta es: ¿le alcanzará para mantener el ritmo?