¿Qué viene con Armenta?

Puebla /

Puebla estrenará mañana gobierno y con Alejandro Armenta a la cabeza, el panorama es una mezcla de promesas y expectativas. No es un improvisado; su trayectoria política lo respalda desde sus días como presidente municipal de Acatzingo, pasando por posiciones estratégicas como legislador, secretario de estado, dirigente partidista y senador. Ahora, como gobernador, tiene el desafío de usar ese bagaje para encabezar un gobierno que devuelva estabilidad y dirección a un estado que ha atravesado años de turbulencias políticas.

Armenta llevaba más de una década persiguiendo esta meta. El respaldo de Morena y la fuerza del movimiento obradorista le dieron el empuje final para llegar al cargo con el apoyo de los poblanos el 2 de junio pasado. Ahora, tiene ante sí el reto de diseñar un proyecto que trascienda lo inmediato y deje un legado duradero.

En las mesas de café y los círculos políticos, se especula sobre qué estilo de gobierno adoptará. Algunos sugieren que podría ser un híbrido entre Rafael Moreno Valle, con su incansable agenda y capacidad ejecutiva, y Miguel Barbosa, con su tendencia a la confrontación. Para bien o para mal, Armenta tiene la oportunidad de elegir qué aspectos replicar y cuáles evitar.

La clave estará en tender puentes y gobernar no solo para quienes votaron por él, sino para todos los poblanos. Si Alejandro Armenta logra consolidar un mandato inclusivo, enfocado en resultados, romperá con la maldición de los gobiernos fragmentados y breves que han caracterizado a Puebla en los últimos años.

Llega al escenario político estatal con un panorama aparentemente prometedor. Su relación con la presidenta Claudia Sheinbaum, es cercana y sólida. Para ella, más que resultados inmediatos, son clave la lealtad y la institucionalidad. Además, su amistad con Ricardo Monreal, líder de la mayoría en la Cámara de Diputados, le otorga una ventaja estratégica para sortear contratiempos políticos. Armenta ha tejido puentes con gobernadores de otros estados y mantiene un diálogo respetuoso con los 217 presidentes municipales de Puebla, independientemente de su afiliación partidista.

La integración de su gabinete revela una mezcla de corrientes y figuras que podrían responder más a favores políticos que a méritos técnicos. Esto, aunque común en la política mexicana, puede convertirse en un lastre si los intereses personales prevalecen sobre los institucionales.

Pero Armenta evalúa constantemente y no dudará en realizar ajustes necesarios para optimizar el funcionamiento de su administración.


  • Alberto Rueda
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