En campaña, los políticos son una chulada.
Caminan por las desgastadas calles, saludan, besan, abrazan y escuchan. Son el amante ideal.
Una vez que llegan al poder, dejan de ser amantes y se convierten en maridos patanes: se olvidan de caminar, pierden los buenos modales, se “pedorrean”, no hay más contacto físico, se vuelven disfuncionales y menos escuchan.
Así ha ocurrido con muchos de los alcaldes de todo el estado, pero especialmente en la zona metropolitana, donde se concentra gran parte de la población. Algunos, desde hace semanas, y otros desde el 3 de junio, bajaron la cortina y dejaron de gobernar.
Olvidaron atender los servicios públicos, de preocuparse por la seguridad, de repavimentar, de bachear, de pintar guarniciones, de reparar luminarias, de mantener limpios parques y jardines… dejaron de querer al pueblo.
En Puebla, Cuautlancingo, Coronango, Amozoc, San Andrés Cholula y otros municipios de la zona conurbada (la mayoría gobernada por el PAN), las quejas de los ciudadanos han crecido en la recta final de sus administraciones, sobre todo porque la inseguridad se ha disparado y las vialidades se han vuelto intransitables debido a la cantidad de baches.
Tan grave es su indiferencia que el gobernador Sergio Céspedes tuvo que intervenir y anunció un programa emergente denominado “Bacheo Nocturno” para hacerles el trabajo a los gobiernos que se desentendieron, ya sea porque están en el “Año de Hidalgo” (¡chingue a su padre el que deje algo!), porque están resentidos por no lograr la reelección, o porque ya les urge irse a Europa a gastarse el erario que desviaron.
Por cierto, este recurso de más de 50 millones de pesos se logró gracias a ahorros que el gobierno del Estado consiguió en otros rubros.
Y hablando de deudas, el Ayuntamiento de Puebla ahora reconoció que heredará un déficit a la administración de Pepe Chedraui, contrario a lo que informaron en las mesas de transición. Es por ello que quieren solicitar un crédito de 600 millones de pesos para pagar hasta el 2034.
Dicen que es porque gastaron muchos recursos en infraestructura y seguridad, es decir, justamente en los dos rubros donde nos quedaron a deber. Para muestra, las calles destrozadas en el norte, sur, oriente y poniente; y la inseguridad, que se desata en zonas como Zavaleta, donde la violencia cobró la vida de una persona.