A don Octavio Romero Oropeza le gusta la buena vida. Se la dio al frente de Pemex y ahora se la da dirigiendo el Infonavit, donde defiende a como dé lugar la reciente reforma aprobada en el Senado, bajo la premisa de que antes había mucha corrupción.
La última vez que lo vi estaba llegando de un viaje de trabajo. Lo esperaba un chofer en la rotonda de la terminal 2 del AICM en una flamante Grand Cherokee de 1.5 millones de pesos. Años atrás lo encontré en Washington D.C., caminando con zapatos deportivos por la plaza Lafayette. Iba como parte de la comitiva del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador. Evitó explicar su participación en las reuniones y me pidió que le permitiera seguir disfrutando su paseo nocturno.
La semana pasada, Romero Oropeza fue citado en la conferencia mañanera para explicar (o justificar) la polémica reforma al Infonavit, cuya idea central surgió de una de las promesas de campaña de Claudia Sheinbaum para garantizar el derecho a la vivienda. Una política orientada principalmente a construir, rentar y vender casas a jóvenes. Pero alguien metió mano a la iniciativa que pasó a toda velocidad en el Senado, donde el que manda, también tabasqueño, es Adán Augusto López.
Romero Oropeza se plantó en la mañanera para decir que con la reforma los recursos de los trabajadores no corrían peligro y que lo que buscaban era transparentar su manejo, pues en el pasado “hubo corrupción”. No denunciarán, pero había corrupción.
Es raro que durante seis años, que gobernó Morena y la institución estuvo a cargo de Carlos Martínez, tales abusos cometidos “en el pasado” no se señalaron.
La reforma ahora está en suspenso en la Cámara de Diputados, donde diputados de Morena dicen que ya les mandaron “algunos puntos”, pero como es bastante “se está leyendo”.
Para la oposición, la reforma pone en manos del gobierno los 2.4 billones de pesos en activos con los que cuenta la institución. Trabajadores y empresarios también reclamaron al ver reducida su participación en la toma de decisiones.
Lo que preocupa es el poder que se da al director general del Infonavit y al gobierno, como la facultad de veto sobre resoluciones que no sean aprobadas por unanimidad por el Consejo de Administración o por la Comisión de Vigilancia, cuya integración sufrirá modificaciones con la balanza cargada al gobierno, incluyendo el Comité de Auditoría y el Comité de Transparencia.
Feliz Navidad, queridos lectores, y que no los engañen con regalitos con olor a Tabasco y Chanel.