El presidente Andrés Manuel López Obrador termina su mandato al final de este mes y dice que así se retirará de la vida política. Se alejará hasta físicamente, al irse a la quinta que heredó de sus padres en Palenque, Chiapas, y quedará en la memoria de muchos como un líder histórico que estuvo al frente de la oposición durante 18 años y luego encabezó un movimiento político con el que alcanzó la Presidencia.
Los integrantes de su movimiento lo recordarán, pero en ocasiones lo ignorarán. Ya han dado muestras de querer actuar sin el mayor recato en el Legislativo federal, local y hasta en presionar al Poder Judicial.
La presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ha logrado atajar algunos de estos comportamientos que hasta dentro de Morena incomodan.
Como la prisa por aprobar la reforma al Poder Judicial, que iba a darse en fast track en la Cámara de Diputados, dispensarían trámites y la misma noche de la primera sesión la votarían. Algunos legisladores y miembros de Morena se dieron cuenta de que no había motivo para imponerse así. Sheinbaum consideró que debían cumplirse todos los trámites para que los nuevos diputados conocieran el dictamen y, sin prisa, se discutiera y aprobara, eso sí, la misma semana del inicio de sesiones.
Otras actitudes desafiantes competerán exclusivamente a López Obrador, pues frenarlas resultaría ofensivo. Como la ocurrencia que tuvo la fracción de Morena en el Congreso de Oaxaca de querer inscribir en el salón de sesiones ¡CON LETRAS DE ORO! la frase “Por el bien de todos, primero los pobres”. El Presidente ya les dijo que él no quiere eso. Se abstendrán.
También se fueron por la libre quienes promovieron la nulidad de la elección en la alcaldía Cuauhtémoc. López Obrador veía bien pelearla con lo del fraude, exceso de gastos, lograr el recuento, pero ya irse con lo de la violencia política de género le pareció un exceso. El tribunal local anuló la elección que ganó Alessandra Rojo de la Vega frente a Caty Monreal con el voto de calidad de un magistrado que fue padrino de primera comunión de la candidata de Morena; no se excusó de la votación, no vio conflicto de interés alguno y votó por la nulidad.
Estas y otras actitudes, que no necesariamente vemos, muestran que la contención que el líder histórico hacía está en riesgo cuando se jubile.
Pienso que de todo esto debe estar tomando nota su sucesora y próxima presidenta, ¿verdad, Claudia?