México fue incapaz de fincarle cargos a Ovidio Guzmán. Su detención fue siempre con fines de extradición y todo el proceso en su contra versó sobre su proceso de entrega a Estados Unidos.
Los entonces secretarios de Defensa y Seguridad, una actualmente en Gobernación, declararon que lo perseguían por uso de armas y agresiones contra el Ejército durante la primera y segunda vez que lo detuvieron, pero nada. Su actividad delictiva en México jamás fue expuesta en acusaciones formales y si hoy Estados Unidos lo libera o le da una pena mínima, saldría libre sin responsabilidad penal alguna en nuestro país.
En el caso de su hermano Joaquín, la acusación más reciente tiene que ver con haberse llevado y entregado a Ismael El Mayo Zambada. Además, pesan sobre él acusaciones de 2023 relacionadas con lavado de dinero y narcotráfico, pero antes no se le perseguía por absolutamente nada. Ese año, Estados Unidos aumentó la persecución contra los hijos de El Chapo, atribuyéndoles el tráfico de fentanilo, y México se empezó a poner las pilas; solo agarró a Ovidio y lo entregó en cuanto pudo. Allá enfrentan cargos por tráfico de cocaína, heroína, metanfetaminas, mariguana y fentanilo; lavado de dinero, delitos por armas de fuego y delincuencia organizada. Es decir, el expediente es robusto, en contraste con lo que México investigó en su contra.
Ambos comparecerán juntos en la Corte de Chicago, donde están negociando un acuerdo de culpabilidad a cambio de aportar información sobre su actividad delictiva y de superiores. Un buen trato con Los Chapitos llevará información valiosa a los estadunidenses, ¿pero en qué beneficiaría a México? ¿Aportaría algo a la guerra que se libra en Sinaloa? ¿Más violencia?
México debería detener al resto de Chapitos, al hijo de El Mayo y todo aquel responsable de la guerra que libran en Sinaloa, que ha cobrado la vida de 700 personas, casi 500 están desaparecidas y más de 2 mil familias han sido asaltadas con armas en la calle. Cuando los detengan también terminarán ante la justicia estadunidense, pues no se les fincarán cargos relevantes en México y sus casos no los confiarán a alguno de los jueces que esté por ser electo.
La próxima semana, en Nueva York, vendrá otro capítulo de esta novela criminal. Será el turno del rival de Los Chapitos, El Mayo, cuyo proceso judicial está perfilándose para ser una reedición del juicio de El Chapo, que también enfrentó a la justicia estadunidense después de burlarse de la mexicana.