Adoradores por naturaleza

  • En Corto
  • Alejandro Maldonado

Estado de México /

¿Qué consume tu atención, energía, tiempo, e incluso recursos? Es muy probable que tu respuesta indique el objeto de tu adoración. Podemos ser adoradores del éxito, fama, poder, sexo, alcohol, drogas, dinero, comida, distintos tipos de esparcimiento, conocimiento, animales, naturaleza, artistas, políticos, deportes, religiones, e incluso de nosotros mismos a través de nuestra autosuficiencia, vanidad, egoísmo, incredulidad o gnosticismo. Cualquier cosa puede convertirse en objeto de adoración.

La adoración viene “instalada” en cada ser humano, independientemente de su raza, nacionalidad, idioma o color de piel. La cuestión es que cuando adoramos algo que el mundo ofrece, -bueno o malo-, el resultado al final no solo será insatisfactorio, sino destructivo.

En la Biblia vemos un momento de suma intensidad que revela a detalle el tema de la adoración: “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo a Jesús: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás”, Mateo 4:8-10.

El enemigo de nuestras almas quiere vernos destruidos y perdidos eternamente. No hay necesidad de que se aparezca ante nosotros. Él y sus huestes de maldad nos han observado durante mucho tiempo y pondrán a nuestro alcance aquello que se convertirá en objeto de nuestra adoración en lugar de Dios. Le funcionó en el caso de Adán y Eva y le sigue funcionando con cada uno de nosotros. Lo que nos aleje de Dios, e incluso nos vuelva en su contra, será su estrategia.

Todos hemos “picado el anzuelo”. Atrapados y sin salida. Nada en tus fuerzas te puede librar. Culpa, vergüenza, ira, amargura, deseo de venganza, perversidad, maldad, desesperanza, heridas del alma que nadie conoce. O acaso tu consciencia ha perdido toda sensibilidad.

Cualquiera que sea tu situación debes saber que Dios te ama profundamente. Jesús triunfó sobre el pecado, la tentación, el diablo y la muerte. La cruz del Calvario y una tumba vacía lo demuestran. Lo hizo por ti y por mí. Nosotros somos los derrotados, pero Él es el vencedor. Puedes ahora mismo pedirle que te perdone, salve y venga a morar a tu corazón. Adórale y tendrás nueva vida.


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