El pasado 5 de noviembre en el denominado “supermartes”, en Estados Unidos de América, se llevaron a cabo las elecciones para elegir Presidente de la República, así como escaños en el Senado y la cámara de representantes, siendo el ganador Donald Trump y el Partido Republicano, con mayoría en el Congreso.
Cabe mencionar que el sistema electoral norteamericano es diferente al nuestro, ya que la candidatura ganadora se elige de manera indirecta a través de un denominado “Colegio Electoral”, el cual se conforma con los denominados compromisarios (votos en el colegio electoral); que son electos por la ciudadanía, y se eligen por Estado.
De acuerdo a su número poblacional, cada entidad tiene un cierto número de compromisarios, por ejemplo: entidades como California cuentan con 54 votos, Texas 40, Nueva York 28 o Florida con 30. Otras entidades aportan pocos votos electorales como Alaska, 3 Washington, D.C. 3, o Kansas 6.
Y la candidatura que gana obtiene la totalidad de los denominados votos electorales, por lo que la clave está en ganar entidades y no el voto por voto, como ocurre nuestro país donde nos fijamos en el número total de la votación.
Para obtener la presidencia de Estados Unidos se requiere contar con al menos 270 votos electorales (de un total de 538), por eso la clave es ganar ciertas entidades, algunas tienen tradición ya sea de votar por el partido demócrata o el republicano, algunas se les conoce como estados bisagra, porque su preferencia puede variar de una elección a otra, como el caso de Pennsylvania, Arizona, Nevada, Georgia, Wisconsin, Michigan, Pensilvania y Carolina del Norte, las cuales en esta elección dieron su voto mayoritario a Trump.
Lecciones de las elecciones
Interesante es analizar el voto que le dio el triunfo a Donald Trump, y de acuerdo a los datos presentados por los sondeos electorales de la agencia Associated Press, se puede observar que el candidato ganador, amplió su base electoral, en prácticamente todos los perfiles de votantes, incluso en aquellos en los que el partido demócrata tenía mayor presencia.
Es decir, a pesar de los discursos, de odio que se hicieron presentes durante la campaña, estos no permearon, por el contrario, mantuvo su apoyo.
Por ejemplo, el apoyo a Trump creció entre las mujeres y mejoró entre los hombres, de hecho, Kamala Harris tuvo un mayor apoyo entre mujeres, pero menor al que obtuvo Joe Biden. El apoyo Trump aumentó más del 25% en las juventudes. Entre 18-24 años creció un 29% y entre 25-30 aumentó un 26%.
También aumentó el voto entre los afroamericanos y los latinos con relación a las elecciones del 2020; lo que menciona el estudio es que las denominadas minorías electorales, disminuyeron su apoyo a los demócratas, y se lo otorgaron al partido republicano.
Otro dato es que Trump creció entre los no universitarios y fue el más votado entre los votantes de menores ingresos; también se destaca que mejoró ligeramente en las grandes ciudades, así como una parte del denominado voto moderado.
El discurso del candidato ganador permeo, entre los diferentes sectores, gracias a su mensaje, sobre la preocupación en dichos sectores, por la economía y la inmigración.
Situación que va de la mano de la mala opinión que tenían sobre la presidencia de Joe Biden, quien de hecho era el candidato demócrata, pero que tuvo que renunciar, al no contar con el suficiente apoyo, iniciando con los propios demócratas; además de los diferentes señalamientos a su deterioro físico y emocional.
Sin mencionar que la percepción sobre su presidencia no era la más favorable (57%). Por último, debo mencionar que una de las lecciones que arroja esta elección, es la importancia de conocer la problemática social de EU.