Resulta que en el marco de la celebración de la Virgen de Guadalupe, nuestro estado de Coahuila fue invitado por El Vaticano a representar a México con las instalación de un nacimiento, un árbol de navidad, la presentación de la gastronomía regional y alguna que otra muestra de la cultura propia, como la danza, sí, una danza como cualquiera que rinde tributo a la emperatriz de las Américas.
La invitación cayó en manos del colectivo danzante de la Medalla Milagrosa, una iglesia ubicada en un sector residencial de Torreón (El Fresno), 45 mujeres tuvieron la oportunidad, con recursos propios, de representar al estado y entrar a la Basílica de San Pedro a danzar ante la mirada atónita de los europeos.
Ataviadas con las nahuillas, los guajes y los huaraches las mujeres tuvieron la oportunidad de llegar a la Santa Sede y tener contacto, incluso, con el Papa Francisco.
A partir de ello, una andanada de comentarios mal informados y mal intencionados se hicieron presentes en las redes sociales, tuve la oportunidad de escuchar a personajes que las llamaban "mujeres blancas" desarrollando prácticas de nuestros pueblos nativos
¿Qué eso no es también discriminación? ¿Mujeres blancas?
Pero se trata de mexicanas, nacidas en territorio nacional, procedentes de familias asentadas en la región, con otra condición social, por supuesto, pero eso no representa motivo para practicar su fe y conformar un colectivo como los miles que hay, en distintas colonias y barrios a lo largo y ancho de este país, por qué es mal visto que un grupo de mujeres, con sus propios medios, atienda una invitación.
Sería tanto como denostar el trabajo de Yalitza Aparicio por sus rasgos físicos, ella ha estado en pasarelas de marcas mundialmente reconocidas como Prada, Cartier y Dior, juzgar el aspecto de Tenoch Huerta invitado por Marvel para darle vida al Príncipe Namor en la saga Wakanda Forever o Salma Hayek triunfando en Europa por su talento no por su color de piel.
Qué pena, de verdad, que la polarización en México haya alcanzado a la iglesia católica, en donde se supone que cabemos todos, al menos así lo ha promovido su máximo jerarca, el Papa Francisco, lo todavía más vergonzoso es que existan personas que emitan un juicio sin tener la información necesaria y se apeguen a discursos que promueven el encono y la controversia.
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