Manual para acabar con el prestigio de un medio de comunicación

  • Vertebral
  • Ángel Carrillo Romero

Laguna /

Gustavo Macalpin es un periodista de Mexicali, Baja California y el pasado lunes fue despedido en vivo por el Director General y propietario del medio de comunicación, Luis Arnoldo Cabada. Claramente ya vio el video que, como pólvora, corrió en las redes sociales. 

El acto fue objeto de la atención no solamente de las redes, sino de los medios de comunicación nacionales e internacionales que dieron cuenta del acto a todas luces atroz.

Efectivamente Luis Arnoldo Cabada es el propietario de la empresa y está en su derecho de hacer lo que considere mejor para su medio de comunicación, efectivamente en su calidad de dueño, él toma las decisiones que mejor convengan para el desarrollo de su negocio, pero en definitiva, en las formas está el fondo.

No puedo creer que una persona y más un empresario dedicado a los medios de comunicación haya creído que era buena idea llegar a un programa en vivo y cometer un acto ilegal como lo es el despido injustificado, porque en la emisión Luis Arnoldo Cabada jamás ofreció una explicación o una justificación poderosa que amparara el despido de Gustavo Macalpin, solamente sorprendió no nada más al periodista, sino al público que lo seguía en ese momento, luego a todos cuando vimos el lenguaje corporal de Macalpín, claramente desorientado, apenado y sorprendido.

De forma muy extraña, el martes apareció el Director de Noticias del canal 66 de Mexicali, Francisco Javier García hablando del hecho, al margen de que negó que el despido de Gustavo Macalpin se debiera a las constantes críticas políticas y contenidos en contra de la Gobernadora de Baja California, arguyó que el acto derivó de una serie de inconvenientes acumulados que, a la postre, el propio Cabada Alvídrez reveló: 

El programa era imposible de comercializar, Macalpin había decidido solamente quedarse con su emisión nocturna y migró a las redes sociales. 

Todo lo que quiera, el cielo es el límite, pero ninguna excusa el actuar impulsivo del dueño del canal 66 de Mexicali, quien en dos minutos socavó el prestigio y credibilidad de su medio de comunicación.

El director de noticias salió a pronunciarse por más de 10 minutos sobre la situación, pero ¿Reprendió al dueño del canal o lo disculpó o condenó a Macalpin? No fue claro, mucho menos la (seudo) disculpa pública que Luis Arnoldo ofreció, que mejor dicho supo amarga, falsa, soberbia.

El tema no queda en lo mediático, el tema debe retomar fuerza en la Secretaría del Trabajo, porque están obligados a investigar el caso y deslindar responsabilidades económicas, pero también morales, porque, otra vez, Luis Arnoldo es efectivamente el dueño de la empresa, pero en ningún sentido esa condición le da derecho de sobreexponer sus facultades, a eso se le llama excesivo ejercicio de poder.


angel.carrillo@multimedios.com

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