No es fácil atreverse a trascender, idear, estructurar y cristalizar un proyecto académico, cultural y artístico, desde cero y mantener el aliento durante diez años, en el semi desierto, contra viento y marea en más de una ocasión… por eso hay fiestas superlativas, por todo lo que implican.
La Universidad Autónoma de La Laguna está de manteles largos, celebran los primeros diez años de la licenciatura en Artes Visuales, una alternativa más que necesaria en una región como ésta donde las carreras humanísticas son vistas, muchas veces, como accesorias, para adornar las vitrinas.
Y lo celebra con una exposición colectiva donde participan alumnos, ex alumnos y profesores, el claustro en pleno.
Hay de todo, tintas chinas, grabados, collages, arte objeto, óleos… maestros con una trayectoria, como Alonso Licerio, Patricia G Santiago, Ana López Anaya, Erasmo Bernadac, Julika, y alumnos que están comenzando a labrar un camino propio como parte de una comunidad que bien ha dicho desde su fundación en los años ochenta: cultivan el espíritu y lo hacen con orgullo en el semi desierto lagunero.
La fiesta comenzó en las galerías de las oficinas del Instituto Municipal de Cultura y Educación, la llamada Casa de Cantera, al atardecer de una tarde de otoño, curiosamente sin calor extremo, se reunieron el rector de la UAL, Omar Lozano; la coordinadora de carreras, Eunice Martínez, la coordinadora de servicios a la docencia, Josefina Márquez, la coordinadora de la carrera de Artes Visuales, Lorena Oranday y muchos, ex alumnos y alumnos de la UAL.
Los anfitriones fueron Antonio Méndez Vigatá, director del IMCE y PatyG Santiago, coordinadora de Artes Visuales del IMCE y profesora, en varios momentos, en UAL.
La fiesta del espíritu, de la creatividad, pero también de los amigos, de los artistas que en medio de la nada (literalmente) trabajan, a veces desde la indiferencia social en una Comarca donde todo es relativamente nuevo.
Porque es verdad que no hay tradiciones que marquen caminos, esa es una ventaja, los grupos que opinan no alcanzan a ver más de tres generaciones de artistas en la región, eso da a nuestros jóvenes la libertad de elegir sus influencias y sus derroteros,
Hay muchas obras que valen la pena para el espectador, me atrevo a mencionar tres: el rincón del jardín de Martha Gándara, el autorretrato con cráneo de Ana López Anaya y los reflejos en los espejos y ventanas de la niña que salta en la cama, pintura de PatyG Santiago.
Pero también está el hermoso grabado en color verde del maestro Alonso Licerio Valdés, el autorretrato de Víctor Manuel Guerrero Díaz, o “El rostro del rechazo”, de Ivette Lara.
La exposición de los diez años es una oportunidad para ser testigos de un momento en la breve historia de la plástica lagunera.
Vaya a verla. Vale la pena, al salir a la calzada Colón recordemos las palabras del doctor Carlos Montfort, un sonorense lagunero que asombrado escribió de esta tierra “abierta al sol y al vendaval de mayo” y la cédula de sala de Goio sobre cultivamos el espíritu…