‘Reset’

  • Columna de Ángel Rivera Congosto
  • Ángel Rivera Congosto

Ciudad de México /

Los meses de aislamiento han puesto de manifiesto que en muchos sectores de actividad se puede trabajar desde casa y que la mayoría de las empresas lo ha hecho con éxito. Hemos dejado de ser alérgicos al teletrabajo, eliminando lastres (burocracia, falta de agilidad y presencialismo) y ganando eficacia. La desconfianza que generaba la supuesta pérdida de control del trabajo en remoto deja paso a la evidencia de la auténtica productividad laboral de los empleados y desnuda a los que no la tienen. De esta forma, se convierte en una herramienta eficaz para redimensionar los equipos.

Se habla ya de la vuelta a lo que se ha denominado “nueva normalidad”, pero sin duda yo prefiero volver a la normalidad 3.0. Una crisis, como es esta pandemia, supone una coyuntura de cambios y una evolución. Pero si una cosa distingue a las sociedades o a las empresas ganadoras es la capacidad de adaptación y resiliencia. Si identificas el cambio, te adaptas y te anticipas, ganas seguro.

La fuerte crisis económica en la que ya estamos inmersos hará que gran parte de la sociedad tenga menos ingresos. Se vislumbra una época low cost pero con valores.

Por eso es relevante iniciar un nuevo modelo: reinventar el capitalismo para transformarlo en un capitalismo humanista, dejando al Estado sus funciones básicas de educación, salud y seguridad, pero apostando por una iniciativa privada reinventada, con un nuevo contrato social y un propósito con todos los actores que la conforman: empleados, clientes, accionistas y sociedad.

Los resultados de las empresas no son todos iguales. Aquellos que contienen un propósito social representan una evolución natural del capitalismo porque generan un ciclo más positivo para las compañías y mayor prosperidad a la sociedad.

Pero, ¿cómo podemos conseguir que nuestros equipos vuelvan empoderados ante el reto de abrazar una nueva era que los reforzará?

Primero, asegurando los básicos en bienestar, salud e higiene. Se ha creado una hipocondría social muy cercana al miedo y es bien sabido que el miedo paraliza.

Segundo, redefiniendo el propósito empresarial. No me refiero a cambios económicos sino a algo más aspiracional para nuestros colaboradores. Un nuevo propósito sostenible desde la perspectiva económica, humana y medioambiental. Un renovado ADN empresarial que llene de orgullo e identifique a los empleados con la marca empresarial.

Debemos implicar a nuestros equipos en este moderno orden, dando un significado diferente a su labor diaria y generando un compromiso mayor. Y tercero, con un nuevo liderazgo.

Cuando las organizaciones se embarcan en una redefinición de su estrategia o de su propósito lo hacen generalmente obligadas por una crisis. Claramente ahora es el momento.

¿Cómo hacerlo?

1. Involucrando a nuestros colaboradores en la definición del propósito. Si el trabajo nace y se comparte desde las bases refuerza el compromiso con el objetivo final. Normalmente esta definición se acompaña también de la misión y del establecimiento de un set de valores en la compañía.

2. Explicarlo a toda la organización con una comunicación auténtica y constante. El objetivo es contar con una fuerza laboral totalmente conectada al nuevo propósito de la Empresa.

3. Construir objetivos y alinear a la organización para saber realmente lo que es importante en este cambio.

Estos objetivos deben trascender y ser comunicados a clientes, proveedores, inversionistas y reguladores.

4. Convertir a los mandos intermedios en los verdaderos líderes y agentes del cambio. Son los nuevos pilares de la empresa.

5. Situar a las personas y sus emociones en el centro de las decisiones. Las empresas tienen que ser más democráticas, equitativas y con una jerarquía más horizontal. Muerte al jefe vertical.

6. El nuevo líder poscovid-19 tiene que ser auténtico, con valores, comunicativo, transparente e innovador. Se impone un liderazgo basado en la responsabilidad individual, en la confianza y en la delegación. Las nuevas formas de trabajar derivadas de la pandemia refuerzan la responsabilidad individual y el compromiso con el grupo.

En definitiva, un verdadero líder es el que gestiona la incertidumbre, transmitiendo calma y mitigándola, pero que mira con optimismo al futuro. Tenemos la responsabilidad de contagiar ese optimismo a todos los colaboradores para volver a la “normalidad 3.0” con energía renovada y con un compromiso social mucho mayor.

Se presenta una oportunidad única para acelerar lo necesario e inevitable (la sostenibilidad, la digitalización, el comercio online, el respeto al medio ambiente, la vida sana, la conciliación familiar… etc.).

Aún hoy mantenemos vigentes muchos modelos estructurales (como la educación) heredados del siglo XIX.

La historia nos da la oportunidad de acortar los tiempos, resetearnos y avanzar en pocos meses para obtener lo que nos hubiera costado décadas lograr. No es un regalo gratuito. El costo sanitario y económico está siendo y será altísimo. No permitamos que sea en balde.

El cambio de siglo llega ahora. Transformemos esta amenaza en un desafío ganador que nos capacite como líderes en el siglo XXI.

* Vicepresidente ejecutivo de Banca Comercial en Santander

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