Migrantes

Estado de México /

Esta semana, un grupo de 20 organizaciones no gubernamentales presentó un plan titulado “11 ejes para una nueva política migratoria y de asilo, 2024-2030”, dirigido al nuevo gobierno de la presidenta Sheinbaum y al Congreso de la Unión. En palabras de las propias organizaciones, este documento tiene como objetivo “frenar la militarización de la ruta migratoria y detener la criminalización de los migrantes en tránsito.” El plan destaca que el aumento de retenes y puntos de control expone a los migrantes a peligros como el crimen organizado, la extorsión y la trata de personas. También se menciona el preocupante aumento de las solicitudes de asilo y las detenciones migratorias en los últimos años.

Todo esto suena muy bonito cuando se describe de esa manera, pero es fundamental rascar un poco por debajo de la superficie de lo que parecen buenas y justificadas intenciones, para tener un criterio más objetivo. Históricamente, el tema migratorio ha sido objeto de intensos debates, y uno de los puntos más controvertidos es el derecho humano al tránsito. Aunque migrar es indudablemente un derecho básico de las personas, esto no necesariamente implica que los migrantes tengan el derecho de transitar libremente por cualquier territorio. Cada país tiene leyes que pueden restringir dicho tránsito. Esta diferencia es clave cuando se habla de México, un país que sirve como corredor entre Centroamérica y Estados Unidos, pero donde las leyes estadounidenses no permiten el ingreso a su territorio, lo cual interrumpe el tránsito irrestricto.

Así, el derecho a migrar no significa que automáticamente exista el derecho a transitar. Este es un hecho que las ONGs vinculadas a este fenómeno no ignoran, pero que claramente ocultan, porque revelarlo no les conviene. Y si no les conviene decirlo, es porque estos grupos reciben fondos en proporción al número de migrantes que atienden. Entre más vengan, más ganan ellos. Esto, sin importar si el migrante llega o no a su destino en Estados Unidos. Así, lo que al final sucede es que ellos abogan para que más migrantes entren a México, los atienden un par de días y los despachan para que sigan su camino infernal hacia el norte, donde 80% de ellos no logra cruzar. Para ellos eso es irrelevante, porque lo relevante es que vengan más, para comprobar más casos de atención y, con ello, seguir recaudando dinero.

Por todo esto, es importante no dejarse engañar con la parte noble del discurso. Efectivamente, opinar que millones de personas deben tener el derecho de mejorar su calidad de vida a través del tránsito migratorio, es loable; opinarlo para ganar más dinero y en el proceso condenar a miles de seres humanos a la tragedia es, por decir lo menos, un vil crimen. Es la crítica social de tu Sala de Consejo semanal.


  • Arnulfo Valdivia Machuca
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