Gustavo Gutiérrez, peruano, es el actor contemporáneo más importante de la Iglesia latinoamericana. Falleció este 22 de octubre a la edad de 96 años. Su pensamiento social y teológico renovó la pastoral de la Iglesia. No solo en América Latina sino impactó en África y Asia. Redescubrir el evangelio desde los pobres, desde los desheredados de la historia, desde los invisibilizados por el sistema. Gutiérrez rompe con la Iglesia al servicio de las oligarquías terratenientes del siglo pasado, la llamada corriente de neocristiandad. La Teología de la liberación (TL), no solo fue una manera distinta de vivir la fe, sino que en algunos países se conforman poderosos movimientos sociales. Por ejemplo en Brasil, en torno a las 90 mil comunidades eclesiales de base (CEBs), integradas por gente humilde, conmuta la vida política de aquel país. Ignacio da Silva Lula viene de éstos movimientos cristianos.
Siendo dirigente universitario católico, conocí en Lima a Don Gustavo en febrero de 1978. Tenía 23 años. Bromeaba con mi apellido porque él nació justamente en Barranco, un barrio de tradición y de bohemia. Era chaparrito, tenía una sonrisa casi infantil que contagiaba. Su estructura corporal se percibía frágil, sin embargo, se agigantaba cuando tomaba la palabra en conferencias y coloquios. Sus apreciaciones eran certeras y penetrantes. Su sentido del humor era perspicaz y agudo. Denotaba una inteligencia privilegiada, cultivada a los largo de los años.
Gustavo Gutiérrez ganó millones de seguidores pero también malquerientes. Implacables enemigos eclesiásticos conservadores como el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo; soportó embestidas de dos cardenales primados de Lima, nos referimos a Augusto Vargas y al vulgar Juan Luis Cipriani, de la prelatura personal del Opus Dei. Soportó los embates de movimientos religiosos como el Sodalitium Christianae Vitae o Sodalicio, Legionarios y Opus Dei. Enfrentó al poderoso jesuita belga Roger Vekemans, vinculado a la CIA.
El Informe Rockefeller afirmaba que la TL era una amenaza para el continente, recomendó introducir grupos neopentecostales afines con los intereses de los EE.UU. Hubo represión a los simpatizantes de la TL. Destacan los obispos Enrique Angelelli, de Argentina y Oscar Arnulfo Romero, de El Salvador y una larguísima lista de activistas religiosos.
¿Murió la Teología de la Liberación? Para nada, ahí están la teología india que abrazó Samuel Ruiz, las teologías feministas, la teología negra, teologías ecológicas.
Descanse en paz don Gustavo, ¡Larga vida a la Teología de la Liberación!