Suena el mariachi. Desde que entro a Palacio, lo veo a lo lejos. Atrás de donde está el Fondo Histórico Ortiz Mena… una construcción del siglo XVIII que era el taller de fundición y herrería de la antigua casa de moneda. Siete de la mañana. Hasta acá se oye la pachanga.
Veinte minutos después, el Presidente entra a la conferencia. Trae cara de que ya sabe que ya se supo. Baja el escalón y va a darle un abrazo y a rendirle respeto a Elena Poniatowska, sentada en la primera fila. Regresa al atril. Mejor se adelanta, sabe que ‘los adversarios’ le van a reprochar falta de tacto ante la cifra nacional de homicidios este fin de semana (268) y la crisis en Culiacán; en el saludo hace la explicación no pedida: “Nos demoramos un poco porque nos despedimos de todos los integrantes del Gabinete de Seguridad… como ya estamos en esta última semana, al finalizar la reunión de hoy, hubo tamales y mariachis”.
Informe de los integrantes del Consejo de la Memoria Histórica. Antes, la sección del titular de Profeco, consume oxígeno y tiempo. Elenita, tiene que escucharlo. En la sesión de preguntas, después de mucho tiempo, el Presidente al fin atrapa la atención de los reporteros: “Ayer me tiraron una botella de agua y pues… es que yo empecé jugando beisbol, era fielder, imagínense si no sé, hasta la pude haber agarrado … pero no pasó a mayores… ayer lo que me gritaban los del Poder Judicial que están en contra de la reforma era: ‘¡Dictador! ‘¡Dictador! ‘¡Dictador!’”. Fue en el puerto de Veracruz. El incidente opaca la inauguración del museo donde Juárez proclamó las Leyes de Reforma. Aclara que en su gobierno no hay represión: “el que tiró la botella ayer, ese puede estar tranquilo, no pasa nada”. Elena, parece un poco harta. De pronto la veo pedirle al flautista Horacio Franco -a su derecha-, le pase una botella de agua… y empiezo a pensar mal. Nomás era para darle un sorbo. Uff.
AMLO habla de los medios y del caso de los impuestos de Salinas Pliego: “Quién sabe cómo vaya a terminar. Para entonces, voy a estar en Palenque y ni me voy a enterar… voy a apagar el radio y la televisión, y el internet”. Elena aguanta y aguanta y aguanta. Ya pasamos de las dos horas.
A propósito de lo que sea, el Presidente revela datos interesantes sobre sí mismo, de cuando su frustrado segundo intento por la presidencia: “tenía ganas de retirarme y no volver a ser candidato. Y llegué a escribir un borrador diciendo de que quería imitar, ser como Juárez, como Madero, como Cárdenas, y que no había yo podido o no había yo sabido hacerlo, y que me retiraba, no de la lucha, de ser candidato… iba yo a leer ese texto en el Zócalo… porque me molestaba mucho, mucho, mucho —ahora ya lo puedo decir— que mis adversarios decían que era yo un ambicioso vulgar, que estaba yo obcecado con ser presidente… pero después lo pensé más y dije: Todavía hago falta, vamos de nuevo”.
Luego lee un poema de Pellicer sobre Bolívar, que lo inspiró. Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor, estoica. Al terminar, viene a despedirse de ella. La oigo toser mucho, con flemas en el pecho. Me acerco para acercarle una halls de yerbabuena. La acepta con la mirada de quien es feliz, como toda princesa europea que renunció a serlo y a la que se le va a quitar la tos. Más premio que un ‘Cervantes’.
Concede entrevista a decenas de reporteros que la rodean. ¿Se siente colega de AMLO?: “Bueno, por edad yo empecé mucho antes que él y yo he sido periodista de a pie. Él, no”. Toma su bolsa negra. Y sus 92 años. Y se va sobre sus zapatillas negras rumbo a la calle de Correo Mayor. Donde todo se vende. Como aquella niña que camina al mercado a vender una nube. La que hace tanto escribió. Sin saber que era ella.
@diazbarriga1