Para cada paella de cumpleaños en su departamento de la colonia Narvarte, aquel culto… sabio periodista, Jacobo Morett, convocaba a Manuel Esperón. Y al paso lento con que arribaba el nonagenario maestro, para recibirlo, éramos llamados al mismo ritual de chiste-verdad: "Señoras y señores, voy a suplicar que nos pongamos todos de pie y recibamos con honores y una ovación, como se merece, al hombre que inventó… ¡al estado de Jalisco!". La reunión se tornaba en una fiesta.
El le-gen-da-rio maestro Manuel Esperón… su música fue la viga más consistente, sobre la que se levantó y sostuvo el cine mexicano antes, durante y después de la época de oro. Musicalizó más de 600 películas, para las que escribió más de 900 canciones y fondos musicales. Lo que nadie. Tuvo una trayectoria artística activa de ¡80 años! Lo que nadie. Y le dio una identidad musical al México alegre y bravío. Donde no nos parecíamos a nadie... al fin tomábamos el sabor de lo que éramos o a partir de entonces fuimos. Para nosotros mismos y para el mundo. Gracias a Esperón es que sonamos a sones.
Lola Beltrán, Lucha Villa, la española Sara Montiel, Luis Aguilar, Miguel Aceves Mejía, Antonio Aguilar, Javier Solís, Vicente Fernández, María de Lourdes… o hasta Cantinflas, más mil más, estuvieron, ahora sí, que bajo su batuta. Pero hay que destacar que fue quien dirigió… bordó a mano, la carrera musical de los dos cantantes vernáculos fundamentales de este país: Jorge Negrete y Pedro Infante. A cada uno le dijo y enseñó qué y cómo. Sin que fuera fácil.
A Jorge Negrete, de su misma edad, lo acompañaba desde que eran muy jóvenes… aquél cantaba canciones napolitanas o temas de zarzuela y opereta. Platicaba el maestro de cuando le hizo ¡Ay Jalisco no te rajes! -con letra de Ernesto Cortázar-… por encomienda de Joselito e Ismael Rodríguez para la cinta del mismo nombre, el cantante hizo bolas el papel con la canción y se la aventó debajo del piano: "¡yo soy un cantante… yo no soy mariachi!". Por contrato fue obligado a cantar el tema que lo convirtió en El charro cantor, dando un vuelco a su carrera y sentándolo a columpiarse en los cuernos de la luna. A partir de aquel episodio, asumió su error "como los machos": "yo hago lo que tú me ordenes, Manuelito".
A Infante, cuya aspiración era cantar como Negrete, Esperón le explicó de una buena vez por todas: "Mira, Pedro… nunca vas a poder ser Negrete, porque no tienes ni su voz ni su alcance. Mientras él le puede dar serenata desde la banqueta a la muchacha que vive en el cuarto piso… tú tienes que subir las escaleras, convencerla de que te abra la puerta y cantarle en el oído ¿me entendiste?" (¡Que si lo entendió!)
Los traía a pan y agua. La actriz y cantante Irma Dorantes -comadre de grado de los Esperón- me contó alguna vez que cuando los dos ídolos populares estaban haciendo temporada en el Teatro Lírico -con Esperón dirigiendo musicalmente- a raíz del éxito de la cinta que los reunió por única ocasión (Dos tipos de cuidado)… ambos comenzaron a hacerse los graciosos en el escenario con una canción que les compuso llamada La guadalupana, que no se aprendieron. Por ser un tema sensible para los mexicanos, el público no los festejó. Se fueron al camerino, donde estaban algunas personas, entre ellas la bella Irma, quien narra que llegó el maestro… se les puso enfrente y de "payasos" no los bajó, quebró su batuta en dos, les renunció y azotando la puerta se fue… bragado, como sus canciones. Lo alcanzaron en el pasillo las ya súper estrellas, suplicándole perdón y garantizándole aprenderse el tema para la siguiente función. Ambos sabían lo que eran sin él.
Ciertamente le debían todo. Negrete los jaliscazos que en mancuerna con Cortázar le compuso… además de Ay, Jalisco no te rajes, ahí va la lista:
- Cocula
- Serenata tapatía
- Esos Altos de Jalisco
- Así se quiere en Jalisco
- Tequila con limón
- Me he de comer esa tuna
- Hasta que perdió Jalisco
- Bonita Guadalajara (esta última con letra de Antonio Guzmán)
Como canción dulce, una joya, la más importante que le interpretó Negrete a Esperón fue, sin duda, Flor de azalea, con letra de Zacarías Gómez Urquiza y escrita para la diosa Elsa Aguirre en la cinta Algo flota sobre el agua (1948). Por cierto, cabe puntualizar que el arranque de muchos de estos temas, que parecen parte del genial arreglo, me contaba el maestro que en realidad eran "trampitas" para que El charro cantor supiera "¡dónde diablos entrar!… porque era muy descuadrado".
Escena de ‘Me he de comer esa tuna’. Jorge Negrete canta a dueto con Amanda del Llano. (1945)
Los temas para Pedro Infante eran de otro tono -literalmente-. Le hizo No volveré, A la orilla del mar, Mi cariñito (en Los tres García), Necesito dinero, Maldita sea mi suerte. Y con letra de Felipe Bermejo hubo tres muy importantes: Mía, Yo soy quien soy y aquella infantil, entrañable, de El osito carpintero. Dejo para el final la más importante de todas: Amorcito corazón, con letra de Pedro de Urdimalas (la misma mancuerna creó la que decíamos de Mi cariñito… que se cantó durante décadas en los funerales de las 'cabecitas blancas', o aquellas famosas coplas de Pedro Bueno y Jorge Malo): importante por varias razones. Se grabó el 23 de abril de 1949, creando un género al convertirse en el primer bolero ranchero; de rebote, le debemos ese tema al cineasta Ismael Rodríguez que dio la siguiente instrucción: "Hazte la canción tema para una película que voy a dirigir y se va a llamar Amorcito corazón" (y que terminó titulándose Nosotros los pobres). Cuando Esperón se la entregó, Ismael Rodríguez se la rechazó… no era lo que quería. A los pocos días Esperón regresó a devolver el anticipo… no podía. En la antesala de esa oficina había un piano… y en la espera, el tema salió de un tirón. E Ismael dijo: esa sí. La historia le dio la razón.
La famosa escena de Amorcito Corazón en la cinta Nosotros los pobres, con Pedro Infante y Blanca Estela Pavón.
Los orígenes del maestro, a grandes zancadas: nació en el 3 de agosto de 1911 en el número 3 de la Calle de la Estrella, en la colonia Guerrero del entonces Distrito Federal. De padre ingeniero y madre concertista de piano. Estudio dibujo en la Academia de San Carlos e ingeniería mecánica en el Politécnico. Aunque desde la adolescencia ya trabajaba musicalizando en vivo, con un piano al pie de la pantalla, las películas mudas de la época en los cines de barrio. Fue contratado por la compañía teatral de los hermanos Soler para una gira en Sudamérica. Estando en Costa Rica ve en 1929 El cantante de jazz, la primera película con sonido sincronizado de la historia… y decide su futuro: musicalizar cine.
Tras estudiar cinco años formalmente en la Escuela Nocturna de Música, debuta profesionalmente creando la pecaminosa música para la canción tema de La mujer del puerto (1933) con Andrea Palma… "vendo placer a los hombres que vienen del mar / ¿si se marchan al amanecer, para qué yo he de amar?" (letra del poeta yucateco Ricardo López Méndez)
Manuel Esperón a los 4 años de edad.
La lista de directores, productores, actrices y actores con los que trabajó es tan amplia como dos palabras: con todos. Sin embargo, hay muy poco material gráfico sobre esa época. Ni fotos ni partituras originales. Le grabé muchas horas en diversos encuentros, porque estábamos trabajando en un libro biográfico que lamentablemente no se hizo y, según me platicó en su oficina -estudio de la Sociedad de Autores y Compositores de México (de la cual era fundador y tenía la credencial número 8)-, una ex esposa todavía esposa al momento de los hechos, privada por la ira, le llamó por teléfono y le dijo "Manuel, ojalá pudieras venir a la casa, porque parece que algo se está incendiando en el jardín". Corrió al domicilio en las Lomas de Chapultepec y cuando llegó, había una pira de tres metros de alto, con todo su archivo profesional ardiendo al centro. Confirmando aquello de que "donde hubo fuego… puras cenizas quedaron".
Pariente de célebres músicos oaxaqueños: era primo de Ignacio Fernández Esperón Tata Nacho (La borrachita) y bisnieto de Macedonio Alcalá (música del vals Dios nunca muere). Don Manuel fue el primero que le dio otro nivel al mariachi… lo enseñó a leer música para integrarlo con la orquesta, como lo hizo en 1943 con El peñón de las ánimas (con Jorge Negrete y María Félix). Luego lo reforzaría en ese sentido otro grande del género vernáculo: Rubén Fuentes, quince años menor y que llegó a la industria una década después que Esperón.
Y de su otra música… hay que conocer los arreglos sinfónicos que logró con su Suite 1910 o la Suite maya, pero muy especialmente los niveles de perfección de su Fantasía para piano… con la sabiduría musical que sólo alcanza quien ha vivido 200 años.
El de bronce y el ‘de a deveras’. Hay esculturas de Esperón en la Plaza Garibaldi, en Tlaquepaque -Jalisco- y un busto en el Jardín de los Compositores.
Aunque se le reconozca como el mero padre de la música mexicana, era un virtuoso capaz de hacer una conga como El apagón, que antes de Yuri la interpretaron Toña la Negra y Gloria Marín en 1943. O aquel tema de El cavermango para la cinta El bello durmiente, con letra de Germán Valdés Tin Tan… donde hace un bolero cavernícola que deriva en un boogie woogie que ya apunta al rock and roll en 1952 (dos años antes de que aparecieran Elvis Presley o Bill Halley). O, para que se lo sepan, es autor de un rock setentero… Gorda, acelérame, para la comedia La pequeña señora de Pérez (1972) con Julio Alemán, Hilda Aguirre y Enrique Rambal.
Con Tin Tan compuso ‘El Cavermango’. Bolero cavernícola, que salta al boogie woogie y ya apunta al rock and roll. (1952)
Rareza: Acá un rock setentero de Manuel Esperón. ‘Gorda, acelérame’. (1972)
Dejó también la música para un par de himnos escolares. Uno, el del Instituto Politécnico Nacional (con letra de Carlos Pellicer), donde ya decíamos que estudió en sus juventudes. Y el otro, del Colegio Columbia (con letra de Ernesto Cortázar), que donó como un acto de gratitud, dado que ahí estudiaba una de sus hijas… himno éste que por cierto, usó en una escena de la cinta Pablo y Carolina, con Pedro Infante.
Tuvo tres matrimonios. En el primero procreó dos hijas… Beatriz y Graciela. La primera murió a los 4 años, lo que fue para el maestro el golpe más duro de su existencia. En el segundo no hubo hijos. Y finalmente conoció a la joven reportera del periódico La Prensa, Beatriz García. El compositor Vicente Garrido me dijo alguna vez que fue él quien los presentó accidentalmente en 1969… Beatriz entrevistaba al autor de No me platiques cuando interrumpió Esperón para saludarlo. Se casaron en 1970. La diferencia de edades era inmensa… casi 40 años. No estorbaron para que ella se convirtiera en su musa, soporte y compañera otros 40 años (41). Tuvieron dos hijas, que llevaron el nombre de dos de sus canciones: Flor de Azalea y Maigualida. Estuvieron juntos hasta el último día… el 13 de febrero de 2011. Le faltaron únicamente seis meses para cumplir 100 años de edad… a este personaje que tiene por delante varios siglos por completar en la memoria y alegría de su país.
En un cumple del imberbe reportero… el día que los dos protagonistas le contaron aquella historia de amor con Beatriz. Manuel Esperón, Carlos Díaz-Barriga y Vicente Garrido. (2003)
Beatriz. Musa y soporte hasta el final.
Hace años está aprobado su lugar en la Rotonda de los Personajes Ilustres y sin duda su traslado se hará antes de que se le olvide, aun considerando que el trámite pueda durar una eternidad.
Beatriz, amorosa, cuida su obra… que promueve en sus conciertos -entre muchos más- el muy fino tenor Mauro Calderón, último intérprete oficial que don Manuel aceptó. Los demás mexicanos, nada más somos los herederos con obligación de canto y resguardo. Algo más nuestro, no tenemos.
Era un viajero incansable. Y repartía el resto de la vida con mesura entre su estudio en ‘Compositores’, su sencilla casa color verde pistache en la pequeña calle de Santa Mónica de la colonia Del Valle -sencilla… pero construida por el famoso arquitecto Luis Barragán- y una casa en Cuernavaca -la quinta Amorcito corazón-, donde definitivamente se instaló los últimos años.
Oírlo hablar era un deleite… por su simpatía casi caústica, por lo que decía y por su imponente voz de bajo profundo en ópera alemana. Tuvo una longevidad asombrosamente sana… batalló al final con los ojos. Pero veía más lejos que nadie con las manos sobre los marfiles de un piano. El secreto de su salud lo concebía en un par de acciones: comía poco… así fuera mole, pero poco. Y durante 70 años, cada día de su prolífica vida se tomó un caballito de tequila antes de la comida. Al resto contribuyó la serenidad que portaba dentro de la boina negra.
Manuel Esperón. Batalló al final con los ojos… pero veía más lejos que nadie con las manos sobre los marfiles de un piano. Helas aquí.
Dio tanta patria, que ya podrían hacerle honores cada lunes en los patios de las escuelas primarias… como si fuera una bandera. En este sentido, don Pedro Ferriz Santacruz fue el único que encontró las palabras perfectas para definirlo… por nota: "Esperón le ha puesto fondo musical a México".
Hoy sigue dando verdad y pertenencia. Como un pequeño sorbo de tequila.
@diazbarriga1
Pedro Infante canta ‘No volveré’ a guitarra y voz. La letra de la primera parte es de Ernesto Cortázar y en la segunda parte del propio Manuel Esperón. Película El Inocente. 1956