La administración de Donald Trump (2017-2021) fue caracterizada por una relación conflictiva con México, especialmente en áreas de comercio y migración.
Un regreso de Trump a la presidencia conllevaría a un endurecimiento en temas de seguridad fronteriza y migración, así como una retórica y políticas más restrictivas.
Si hacemos énfasis en algunos temas torales a la relación México-Estados Unidos, podríamos señalar los siguientes puntos:
Migración: Durante su primer mandato, Trump impulsó medidas severas, como el programa "Quédate en México" y la construcción de un muro fronterizo.
Su retorno podría reinstaurar o intensificar estas políticas, afectando directamente a la población migrante y, posiblemente, a la economía mexicana, especialmente en zonas fronterizas.
Política comercial y económica: Aunque Trump renegoció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) para crear el T-MEC, sigue mostrando una postura proteccionista. Su segundo mandato podría implicar revisiones adicionales o incluso la posibilidad de condiciones menos favorables para México en el tratado, afectando industrias clave como la automotriz y la manufactura.
Seguridad fronteriza y combate al narcotráfico: Trump podría insistir en una política de "mano dura" contra el narcotráfico y la inseguridad, exigiendo una mayor intervención de las fuerzas mexicanas o incluso considerando la intervención de agencias estadounidenses en territorio mexicano, lo que podría generar fricciones diplomáticas.
Remesas y economía de los migrantes: Las remesas son una fuente de ingresos fundamental para muchas familias mexicanas.
Una presidencia de Trump podría dificultar el ambiente para los migrantes mexicanos en EE.UU., lo que indirectamente podría afectar la economía en México, dado que el flujo de remesas podría verse reducido.
En contraparte Kamala Harris, quien ha mostrado una postura más progresista en temas de inmigración y comercio, representa una aproximación más cooperativa con México en comparación con Trump.
En su rol como vicepresidenta, Harris ha abordado la problemática de la migración centroamericana y ha impulsado la ayuda al desarrollo para mejorar las condiciones en los países de origen de los migrantes.
Observando los mismos puntos torales podemos destacar lo siguiente:
Migración: Harris podría retomar y expandir los esfuerzos de cooperación en migración, promoviendo la inversión en Centroamérica y la creación de programas de apoyo para migrantes en tránsito.
Esto podría beneficiar a México al disminuir la presión en la frontera sur y brindar más apoyo humanitario y logístico.
Cooperación económica y comercial: Harris se alinearía probablemente con el modelo del T-MEC, fortaleciendo los lazos comerciales y apostando por un enfoque de integración económica en lugar de proteccionismo.
Esto traería beneficios a sectores manufactureros y tecnológicos, facilitando también la transición hacia energías limpias y proyectos de infraestructura transfronteriza.
Seguridad y combate al narcotráfico: Harris podría favorecer una colaboración más profunda en el combate al crimen organizado, pero mediante estrategias que incluyan un enfoque en la reducción de la violencia y la asistencia técnica en lugar de intervenciones directas.
Esto podría mejorar la seguridad sin comprometer la soberanía mexicana, evitando fricciones diplomáticas.
Derechos humanos y apoyo social: La administración de Harris probablemente enfocaría recursos en programas de derechos humanos, justicia social y desarrollo comunitario en la frontera.
Esta política sería menos punitiva y más centrada en asistencia, con una posible mejora en las condiciones de los migrantes en México y un aumento en los recursos para los albergues y refugios en territorio mexicano.
Una presidencia de Trump representaría una continuación de políticas de tensión y control con un enfoque proteccionista y de seguridad estricta, mientras que Harris, en contraste, impulsaría una relación de colaboración orientada al desarrollo regional y a los derechos humanos.
Si bien cada enfoque tiene sus matices, México podría beneficiarse más de una administración Harris en temas de migración y cooperación económica; por el contrario, Trump podría poner en riesgo ciertos sectores económicos y fortalecer su enfoque restrictivo en la frontera.
Ambos escenarios, sin embargo, implican desafíos y oportunidades, y la respuesta mexicana tendría que ser estratégica y adaptable en ambos casos.