Los talibanes se apoderaron de Kabul el 15 de agosto, casi un mes antes de la salida esperada de Estados Unidos en septiembre. Afganistán ha sido una piedra en el zapato de Estados Unidos por décadas, y su salida del país venía discutiéndose desde el gobierno pasado. Tenemos una semana viendo dramáticas imágenes de lo que está pasando en Afganistán, y entre las muchas preguntas que se han lanzado sobre este tema hay una que no podemos perder de vista: ¿qué va a pasar con las mujeres?
Afganistán, previo a este suceso, ya había experimentado una importante crisis de refugiados y diáspora: 2.2 millones de personas viven en los países alrededor, principalmente Pakistán e Irán por la cercanía y “facilidad” en cruzar las fronteras, mientras que 3.5 millones se encuentran desplazados internamente. Este dato es importante para darle contexto a la situación tan precaria que las mujeres afganas enfrentan. De acuerdo con el ranking del Instituto para Mujeres, Paz y Seguridad de la Universidad de Georgetown, Pakistán ha estado constantemente en el fondo de los rankings en igualdad de género, algunos años incluso superando a Afganistán.
Irán ha tenido igualmente serios retrocesos en términos de igualdad de género y diversidad sexual. No obstante, la cercanía geográfica entre estos países ha hecho que se vuelvan las rutas de salida de las mujeres afganas quienes enfrentan mayores peligros para salir de su país. Esto sólo revela la situación desesperada a la que se enfrentan.
Entre las imágenes de cientos y miles de hombres acampando en el aeropuerto, esperando lograr visas de refugiado y ser evacuados, se contraponen las menos publicitadas: las de mujeres escondiéndose y huyendo tras recibir amenazas de muerte. Por años, la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer afgana fueron los grandes símbolos de la oposición contra los talibanes. Malala Yousafzai ganó el Nobel de la Paz por su oposición a sus políticas de impedir la escolarización de las mujeres. Y hoy estamos al borde del precipicio. Una de las principales máximas del trabajo con mujeres es oír a las mujeres. Y las mujeres afganas han sido claras: no se puede confiar en los talibanes y sus promesas de no violentar los derechos de las mujeres no son veraces.
Lo que más les preocupa no es este momento, cuando saben que tenemos los ojos sobre ellas. Les preocupa el momento en que Afganistán deje de ser el tema de moda en las noticias. En el periodo en que los talibanes negociaron con el gobierno de Trump, asesinaron a tres mujeres periodistas. Se cree igual que impondrán de facto la educación de mujeres, no mediante tratado, sino mediante prácticas como prohibir que las mujeres tomen clases a menos que las impartan profesoras, al mismo tiempo que prohíben que las mujeres den clases.
Zarifa Ghafari, la primera alcaldesa de Afganistán, ha hablado abiertamente de que espera ser asesinada en las próximas semanas por los talibanes. La represión de las mujeres se presenta en todos los escenarios. Hace días comenzaron las Paraolimpiadas, pero la capitana del equipo de básquetbol en sillas de rueda, Nilofar Bayat, lo empezó en Bilbao, España. Emigró el 22 de agosto junto con su esposo y otros 100 refugiados. Lo hizo gracias a una oferta directa del equipo de Bilbao, que le ofreció trabajo cuando la caída de Kabul se hizo obvia. Es importante resaltar que Bayat está en silla de ruedas como consecuencia del conflicto: cuando tenía dos años un cohete cayó en su casa dañando su columna. El equipo de futbol femenino ha conseguido migrar a Australia, en situaciones similares, tras un importante lobbying de parte de organizaciones australianas para ofrecerles espacios.
Es por esto que se tiene que aplaudir la voluntad de este gobierno de procesar aplicaciones de refugio en México por parte de mujeres, niñas y niños afganos. No es en detrimento de los hombres de Afganistán, si no en reconocimiento de que son ellas las que enfrentan una mayor situación de peligro. Debemos estar en solidaridad plena con las mujeres de Afganistán, porque su lucha es la lucha global por la igualdad de género.
Catalina Monreal*
*Especialista en temas de igualdad de género