La fábrica de polarizaciones (II)

Jalisco /

Si nuestra sociedad actual está convertida en una fábrica de polarizaciones como lo perfiló recientemente el periodista y economista Luis Miguel González estimo que en nuestras manos está la posibilidad de no caer en ese viciado proceso de producción que pareciera inevitable y hasta obligatorio.

Hace una semana decíamos que hay más casilleros que nunca en los que nos quieren polarizar para debilitarnos más allá de los bandos que históricamente han existido como ricos y pobres, “withexicans” y “simitenoches”, ciudadanos y pueblo, en fin.

Nos han costado millones de vidas el superar agravios que vienen desde la conquista, la colonia, la independencia, el imperio mexicano, la república, las invasiones, la pérdida de territorio, el porfiriato, la revolución, el maximato, el socialismo mexicano, el partido imperial, la alternancia, el intento democratizador, la apertura comercial, el retorno populista, la omisión sangría y hasta de la claudicación de la república.

Para atender esta causa no hay más que esforzarnos por superarlo emocional y racionalmente y, por supuesto, no comprarles ni revivir viejos agravios a quienes quieren ver más confrontaciones entre mexicanos.

Si la segunda causa es la frustración individual y colectiva, sobre todo en el aspecto económico, una opción -complicada- es defender las normas, las reglas y las prácticas encaminadas a hacernos una sociedad productiva, autosuficiente e innovadora, no relamernos las heridas atacando a los corporativos exitosos ni reformando las leyes para condenar a las empresas fracasadas a seguir siendo perdedoras de por vida a costas del erario.

Si alguien, sea quien sea, quiere echarnos diariamente basura al cerebro, al ánimo y a la empatía, evitemos ser el recipiente siempre abierto a los desechos. Procuremos un consumo crítico de las proclamas y desinformación que a diario llueve a través de un esquema estructurado de difusores -muchos a sueldo- que nos transmiten consignas que no información de parte de quienes detentan algún tipo o cantidad de poder. Honremos a Virginia Woolf : “No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”.


  • Celso Mariño
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