Tercer doblez; ya es papiroflexia

Jalisco /

En menos de 20 días el presidente electo de Estados Unidos volvió a doblar al gobierno obradorista de México cual burdo origami, sin pudor alguno y a la vista de todo el mundo con el amago vigente de que impondrá aranceles de 25 por ciento a los productos mexicanos ante el nulo combate a la migración ilegal a EEUU, ante la entrada de fentanilo por la frontera sur y por el comercio desleal que permite el régimen guinda con productos chinos.

Ahora, el pre-doblado secretario de Economía Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum anunciaron esta semana aranceles de hasta 35 por ciento a prendas confeccionadas e importadas de países con los que México no tenga un tratado comercial.

El argumento usado esta vez es que la medida no es una concesión a los amagos de Trump –ajá–, sino que el gobierno busca proteger a los productores nacionales de textiles y de prendas de vestir.

Estos aranceles llevan dedicatoria a ropa que se importa de países como China y que se comercializa en México a bajos precios tanto en tianguis, cadenas comerciales, pero también a través de plataformas digitales.

La medida –nada nueva– suena hasta romántica cuando se dice que busca proteger a la industria nacional que, eso sí, está en desventaja al competir con empresas asentadas en países donde hay menores derechos laborales que en México y la mano de obra es extremadamente barata.

Independientemente del intento de coqueteo fácil a Trump –quien tiene al gobierno obradorista como ejercicio de papiroflexia–, la medida afectará a quien compra las prendas para ponérselas.

El arancel que supuestamente busca desincentivar las importaciones de ropa china, la volverá más cara si entra legalmente, pero también en el mercado informal al volverse prácticamente contrabando a lo que se sumará que el consumidor tendrá que pagar más por ella.

Otro riesgo es el que muchos mexicanos vivieron por décadas del siglo pasado con un mercado mexicano cerrado que si bien pudo desarrollar empresas locales de gran calidad, como calzado Canadá, también propició que el público mexicano accediera a productos de baja calidad o muy caros solo porque no había competencia y no se podían importar productos similares.

¿Cuántos dobleces más?

  • Celso Mariño
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