Hablar de corrupción es hablar de la naturaleza humana, pese a que muchos mencionen que no es así, el hombre tiende a corromperse, a buscar sacar provecho, a tener ventaja, a querer hacer más con menos.
Lo anterior reviste importancia cuando hablamos del gobierno; hoy en día hablar de una vocación de servicio en el sector público, es poco más que difícil, por no decir imposible, sin embargo, de que existe gente entregada y haciendo con gusto lo que hace, las hay.
En el deber ser lo declarado por nuestra Presidenta, no debería suceder, pero el día a día nos muestra otra cosa y por ello el anuncio hecho.
Le hablo a usted de lo que Claudia declaró como oficial: la creación de la Secretaría Anticorrupción y del Buen Gobierno.
Su mandamás Raquel Buenrostro dejó muy claro cuáles serán las funciones que vendrá a desempeñar en este nuevo sexenio: continuar con las cosas de la función pública, tomar lo del acceso a la información y sumarle lo de la rendición de cuentas, que no es cosa menor.
En su discurso fue clara y precisa al mencionar los males que de siempre han acompañado al gobierno, le hablo de la condonación de impuestos a los grandes magnates que por costumbre daban millones a campañas políticas, recibiendo los beneficios de la exoneración tributaria, y a la distribución de los programas sociales a discrecionalidad y por intermediarios, generando el reparto grosero de dinero entre grupos de corrupción. Es cierto, para que exista un corrompido es porque hay un corrupto, esto es un juego de dos y Raquel no colocó la llaga en esos pequeños eventos de corruptelas menores, esos que ocurren en la calle, no, ella habló del verdadero mal que acompaña a nuestro pueblo y que tiene que ver con los criminales de cuello blanco, esos que manejan miles de millones de pesos y que buscan consideraciones especiales de nuestro gobierno, que en el pasado les fueron dados y que hoy le serán quitados. Ahí es donde esta secretaría mucho tendrá que hacer.