Lo aprobado en el Congreso de la Unión esta semana lector mío es un precedente histórico que marcará sin duda el rumbo de la República.
En palabras llanas, lo que se aprobó es que la Constitución es la Carta Magna y que lo que esté ahí sea de origen o bien producto de alguna reforma, será intocable y será inimpugnable por medio alguno.
A saber, de la gente de leyes, no se podría tocar ni por la vía de acción inconstitucional, juicio de amparo o bien controversia Constitucional, en otras palabras, se cumplirá lo que tanto pregona el presidente del Senado: “nadie está por sobre la Constitución”.
Y en estricto sentido y aludiendo a la lógica, tiene razón, la Carta Magna de los países democráticos, es el instrumento supremo que representa la cohesión gubernamental de los pueblos, la manera de regirse y de convivir en sociedad.
Lo anterior fue producto de un verdadero zafarrancho entre la oposición, Morena y sus aliados, un evento que ocurrió en la madrugada y después de varias horas de ejercicio parlamentario, donde hubo de todo, toma de tribuna, gritos, pancartas, empujones, y obvio, discursos en pro y en contra de esta iniciativa, que a final de cuentas y como era de esperarse, fue aprobada por mayoría.
Con esto y dando cause a lo que venga, quedará asentado el atado de manos que tendrá el Poder Judicial y no podrá hacer más, la reforma a su esfera de poder tendrá vía libre para que ocurra.
Curioso que este vendaval se aceleró a raíz de la polémica generada por la jueza Nancy Juárez Salas, cuando pidió bajar la reforma al Poder Judicial del Diario Oficial de la Federación, porque según ella de no hacerle caso, la presidenta caería en desacato, y a partir de ahí ha sido un ir y venir entre Claudia y la jueza, diciéndose una a la otra que no tienen razón; además, déjeme le cuento que ya entrados en calor, los que saben me han dicho que el amparo sí procedía, porque era contra el proceso intra legislativo, hecho antes de la reforma, así las cosas.