Cuando tú tienes la verdad

Ciudad de México /

SERIE PERIODÍSTICA “EL ESTIGMA BEZARES” / CAPÍTULO VIII

Brenda ante los micrófonos y las cámaras de la prensa. Especial

Creo que lo que me motivó para sobrellevar el estigma que tuvimos por el caso Stanley es el sentido de justicia. No puedo ver una injusticia. Por mi carácter, mi persona, odio las injusticias, aún más cuando son hacia mi familia, imagínate.

Lo que creo que dio fuerza en todo esto fue ver a mis hijos sufriendo cuando detuvieron a Mario. Volteaba, los veía y decía: ‘Mario podrá ser lo que ustedes digan, pero asesino no es, yo tengo dos niños que dependen de él, no puedo dejarlo así’. Jamás me pasó dejar de apoyarlo. Nunca me hubiera perdonado algo así, ni me hubiera perdonado el hecho de dejar a mis hijos sin su papá.

Por eso me preparé para defenderlo fortaleciéndome con Dios y volteando a ver a mis hijos siempre, además de la fortaleza que me dio mi familia, pero sobre todo, por el hecho de tener la verdad. Cuando tú tienes la verdad en la mano puedes hacer muchas cosas. No te da miedo nada, porque sabes que estás hablando y actuando con verdad, eso te fortalece.

Así pasé de ser una chavita súper miedosa, insegura, a salir luego a los medios y pelearme con el poder, porque realmente me estaba peleando con el poder. Claro que sí me dio miedo muchas veces, sufrí ataques y varias veces sentía que me iba a morir.

Pero me mantuve fuerte porque me daba mucho coraje, mucha impotencia y mucha frustración ver todas las injusticias que estaban sucediendo en ese momento en el país, no solamente con mi esposo.

***

A Mario lo querían implicar los medios y la procuraduría por una entrevista que dio en la funeraria a Jacobo Zabludovsky, el mismo día de la muerte de Paco. Todos estábamos ese día en shock, todos. Mario en ese momento no era Mario. Ante una cosa como la que pasó, tal vez yo pueda reaccionar histérica, o con un ataque de pánico, pero hay quien se queda mudo, como le pasó a Mario. Y no por eso es bueno o malo, simplemente es diferente. Cada quien reacciona a su manera ante un momento traumático.

A Mario lo agarraron en un momento que estaba en shock y yo no estaba cerca. Si tú ves los videos, cuando entramos al funeral se le avienta la prensa y a mí me botan hasta atrás, por lo que ya no pude estar cerca de él, que de alguna manera era mi función, protegerlo, cuidarlo, pero yo no estaba cerca de él cuando lo agarra Jacobo. No me doy cuenta qué es lo que está hablando y entonces él estaba en un tremendo shock.

Hasta la fecha, todavía nos ponemos a reflexionar los dos y él no entiende muchas cosas de lo que pasó ese día ni por qué sucedieron. Y es como cuando tú estás con tu mejor amigo. Lo podrás querer muchísimo, pero a lo mejor no sabes quién es por completo o no sabes por lo que pasó cada uno de sus días. No por ser tú el mejor amigo estás obligado a saber todo de la vida de esa persona. Tú eres su amigo y tú lo aceptas como es, pero eso no quiere decir que tú seas el que deba saber todo de su vida.

Así veían a Mario los medios y la Procuraduría.

***

Cuando arraigan a Mario, yo me hice cargo de los abogados. Obviamente no había dinero para pagar. Mario tenía mucho éxito, pero no era una vida de oropel. Mi familia tuvo que venir a apoyarme con mis hijos, porque tenía dos bebés y ahí estaba interactuando con Mario en el hotel donde lo tenían arraigado.

Logramos sacarlo del arraigo gracias al abogado. Lo regresamos a la casa. Por cierto, dentro de todo lo malo, hubo algo bueno: a partir de lo que le pasó a Mario, se modificó la figura del arraigo y el arraigo ya no puede ser más que en el domicilio de la persona, ya no puede ser así como lo hicieron ellos de esa manera tan arbitraria.

Bueno, pues regresamos a Mario a la casa. Estábamos muy emocionados. ¡Ya regresó papá y todo! Pero en la noche llegan todos nuestros abogados y dice uno de ellos: “Mario, yo te aconsejo que descanses, que duermas bien, que subas con tu familia y se duerman todos juntos, porque mañana van a venir por ti. Prepárate porque vas para la cárcel”.

Yo me quería desmayar. Esa noche nos acostamos todos en la cama. En el cuarto hay un domo y empezaban a pasar los helicópteros de la Procuraduría o de las televisoras. No pudimos dormir esa noche porque los helicópteros estaban encima de nosotros. Me acuerdo que había unas luces que echaban en la casa y se veían los helicópteros.

Por la mañana, me dijo el abogado: “Ponle una ropa beige, porque va para el reclusorio y necesita ropa beige”. Me acuerdo que fui y le compré unas cosas de ese color: pants y sudadera, luego llegaron por él como si fuera el peor asesino del mundo. Helicópteros y todo un arsenal de gente para pescarlo.

Mario salió normal y se entregó, pero obviamente ellos tenían que hacer todo un espectáculo para las cámaras que estaban afuera y para la gente que lo viera. Recuerdo que lo siguió una unidad móvil todo el trayecto hasta que llegan al reclusorio donde lo meten. Era un show que ellos estaban armando y lo que no sabían es que ese show estaba dañando a mi familia.

Ya después de que lo dejan en el reclusorio, ya no lo pude ver porque no era día de visita. Tampoco podía dejarle ciertas cosas ni nada. Ahí en ese momento empiezo a sentir mucho coraje con él, empiezo a sentir mucho rencor porque le decía: “es que ‘yo te lo dije, yo te lo dije, no trabajes con él, no hagas esto, no hagas lo otro’”.

Recuerdo que ya estando él ahí todos los días salía una noticia nueva de mil cosas, ya no hallaban ni qué inventar. Y yo decía: ‘¿qué hago?’ Eran tantos los problemas y tantas las cosas que un día confronté a Mario en la cárcel. Le dije: “Necesito que seas honesto y me digas la verdad. Dime qué pasó, dime si tienes otras mujeres, si tienes otros hijos, ¿qué es de tu vida? Para yo saber cómo defenderte”. Él me dijo: “No, no tengo nada que ver, nada. Lo único que te pido es que mejor te vayas, déjame aquí”. Yo le dije: “No, no te voy a dejar y no me lo vuelvas a decir”. 

(CONTINUARÁ…)


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