Todo fue una telenovela

Ciudad de México /

Luego de la situación en la que estuvo involucrado Mario, sus hijos sufrieron daños colaterales que los han acompañado hasta su vida adulta, es el caso de Alan, quien cuenta como le afectó estar al frente de las cámaras desde temprana edad

SERIE PERIODISTICA “EL ESTIGMA BEZARES”/ CAPÍTULO XIII


Me acuerdo de que mi papá me dijo alguna vez: “Te vas a enfrentar a muchas cosas, la gente va a ser muy mierda contigo, pero quiero que me prometas algo: nunca te vas a dejar de nadie”. Eso yo lo agarré como mi doctrina: no me voy a dejar de nadie nunca. Cuando era niño, mis papás me protegieron para que no me enterara del caso de Paco Stanley, pero la primera vez que supe fue a través de una maestra de la primaria.

Yo era un niño muy latoso que hablaba, me movía y era como el payasito del salón. Una maestra me agarró coraje por eso. Me decía: “Siéntate”, y yo le decía que no y así, hasta que una vez me dijo: “Lo que pasa es que estás enojado porque tu papá no es tu papá…”. Recuerdo que ahí dije: “¿A qué te refieres?”. Y ella ya no dijo nada. Quizá la maestra pensó que como yo era muy chico no iba a recordar nada, que no iba a ser algo que iba a marcar mi vida, como finalmente ocurrió.

¿Cómo que mi papá no es mi papá?, me quedé pensando. Y ese día llego a casa después de la escuela y le digo a mi papá: ‘oye, ¿cómo que no eres mi papá? ¿Qué significa eso? No, pues hijo, la verdad estás muy chiquito, no te podemos contar eso’…

Obviamente, mi papá fue a la primaria y armó todo un rollo. Sentaron a la maestra, luego le ofreció una disculpa a ellos, pero no pasó a mayores.

Ahora que estoy un poquito más maduro, puedo decirle a esa maestra: ‘ok, sí, te saqué de quicio, también era muy muy cabrón y te desahogaste, está bien, órale, me diste un golpe, pasa’.

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Pasan los años después de eso. Mis papás no me quisieron decir nada. Llega la adolescencia, un mundo donde todo es socializar, todo son amigos. ¿Quién soy y a quién pertenezco?, se pregunta uno. 

Y en eso, pues todo el mundo haciendo sus grupitos, todo mundo haciendo sus amistades, ¿y Alan? No, pues Alan es hijo de un asesino. ¿Quién quiere ser amigo del hijo de un asesino? Ah, ok, de cierta manera yo agarré mi papel y dije: ‘la gente no se quiere llevar conmigo, ¿qué hago? No, pues soy chistoso’. Empiezo a hacer reír y empiezo a verme exigiendo, exigiendo, exigiendo, exigiendo, exigiendo, pertenecer, hasta que la misma gente te humilla, la misma gente se da cuenta de lo que quieres, y que tú nada más quieres una amistad y ellos se aprovechan.

Recuerdo llegar a casas y que te digan: “sorry, no puede estar aquí.” ¿Por qué? Imagínate aquí en San Pedro Garza García, Nuevo León, que las familias son muy conservadoras y el dinero y no sé qué… Llegas a una de esas casas y te dicen: ‘no, no, ¿cómo va a entrar un Bezares a esta casa?, ¿qué van a decir luego?, van a pensar que tú también tienes algo que ver… su papá es narco, ¿ya viste cómo se salió con la suya? Si se salió con la suya es por algo…’

A la gente no le interesa que se demostró inocencia, que se mostraron pruebas, que todo fue una telenovela. ¿Una telenovela a favor de quién? Ni siquiera yo te puedo decir, yo creo que tú tampoco, inclusive sí, porque tú has hecho más investigación que yo, pero a mi manera, fue una telenovela completamente muy bien organizada y es más, felicito a la persona que hizo esta telenovela. Qué chingón que pudo crear algo, así que se volvió como una histeria colectiva. Es como que todo el mundo se puso de acuerdo para decir: “sí, ¿sabes qué? Vamos a creer eso”. Sí, sobres, vamos a empezar con que es hijo, que pase pruebas de sangre, luego con que le debía dinero, ¿cuánto? No sé, pues que esto, pues que lo otro y empieza que era así y así, la gente dice que sale por falta de pruebas, pero, pues es lo mismo que inocencia, ¿no?, es exactamente lo mismo, no hay pruebas, es tu palabra contra la mía.

Creo que es eso: la gente decidió hacer las cosas fáciles en vez de hacerlas correctamente y fue exactamente lo que pasó aquí.

Uno de los hijos del conductor disfruta de unabebida. Especial

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Continuó: Me volví muy rebelde en la adolescencia, ya sabes, la gente me atacaba. ¿Pues qué pasa cuando te atacan? Atacas de vuelta. Tú sabes que cuando están conviviendo los primates, si uno está esperando un golpe de alguien, el otro de cierta manera lo ataca. ¿Por qué?, porque se espera un golpe. Inclusive yo, si te pongo la cara todo el tiempo, doy por hecho que me vas a golpear, y aquí ni siquiera yo me estaba poniendo y la gente ya me estaba atacando.

¿Qué pasa? Pues empiezas a ser rebelde. Aprendo a pelear, me empiezo a agarrar a golpes y me metí en muchos problemas de golpes. Era mi manera de demostrar al mundo que si me está dando la espalda, le iba a dar algo para que realmente me diera la espalda. Me metí a terapia, lloré, me peleé con mis papás, les agarré rencor también, mi mamá no sabía qué hacer, insultos terribles que me dolían, como el que le llamen a tu mamá “puta”…

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Algo que sí me marcó bien cañón, fue la que te platiqué, que hace unos años, cuando pensé que ya no había nada más que me podía dañar, oí un pódcast que quiero mencionar. Se llama Leyendas Legendarias, de dos chavos que a mí me caían muy bien. Te puedo decir que era muy fan. Me gustaba porque agarraban temas, leyendas como La Llorona, El hombre lobo, los vampiros… ¿Pero qué pasa? Empiezan a meterse en casos ya más polémicos y más modernos.

Y obviamente, cuando vi el pódcast que decía Leyendas Legendarias va a hablar del asesinato de Paco Stanley, eso para mí fue ¡No mames! Mis ídolos van a hablar sobre este pedo, aunque me sorprendió que no nos hayan hablado o hayan querido entrevistarnos o algo, porque tenían voz, tenían investigación y tenían todo, supuestamente.

¿Qué pasa? Me meto a oír su pódcast en cuanto sale, pero dijeron todo lo que dijeron en la televisión, contaron la misma telenovela. Ni siquiera nos preguntaron, ni siquiera hubo como “hey, vente a hablar del caso”. O sea, a mi papá, si tú le hablas, él va a hablar. ¿Por qué? Porque es hora de hablar, ya corrimos, ya nos fuimos, ya nos callamos...

Y empiezo a ver el pódcast y empiezan a decir cosas que, créeme que ni con los compas, en la carne asada que es muy de Monterrey, tiran tantas madres hirientes. Y dices: ¡En la madre! ¿Qué están diciendo? Cosas que jamás me han dicho en la vida. ¿Y qué pasa? Lo voy a seguir viendo. Lo voy a ver todo. ¿Por qué? Porque es importante. ¿Por qué? Porque si yo no lo veo, ¿quién lo va a ver?…

Pues nos lo aventamos. Sufrí después una depresión grandísima, mi cuerpo temblaba, no podía concentrarme, me llegaban mensajes de Leyendas Legendarias, me decían “Leyenda Legendaria”…

¿Qué pasa? Dejé que mi emoción como que me ganara e involucré a mis papás. Yo también los protejo mucho, yo sigo cosas de internet y, así como hijos, no quieres que en nuestro radar nada llegue y nos alborote, pero así como tú me protegiste mamá, cuando yo era niño, yo también te protejo. ¿Qué pasa entonces? Los involucro y les digo: obviamente, mi papá me dice, que te valga madre, esto es normal. Se ve que él tiene la madurez que tiene gracias al caso. Ha crecido mucho y sin terapia se la aventó así toda: cárcel, putazos, todo…

Mi papá me dice: ‘Levántese, sácate el pinche polvo y a darle cabrón”. La verdad es que eso se lo aprendimos muy bien, nada más que este lado yo si quise tomar un lado más académico.

Fue algo horrible lo que viví con ese pódcast. No se lo recomiendo mucho a nadie. 

(CONTINUARÁ…)

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