Para distraer la atención de los gobernados sobre los asuntos trascendentes del México actual, y para seguir destruyendo impunemente al país, cumpliendo con la agenda que le impuso el que la entronizó, nuestra emperatriz afirma que insistirá durante su sexenio en que España nos pida perdón por la conquista ocurrida hace más de 5 siglos, antes de que España fuera España y México fuera México.
Dijo textualmente y sin ruborizarse: “Si uno no reconoce las atrocidades del pasado que cometieron otros, ¿cómo se perdona?, ¿cómo se construye una nueva historia?”.
Es prodigioso que en tan pocas palabras se acumulen tantas burradas.
Formulo solamente algunas preguntas:
* ¿Quién le habrá dicho a esa buena señora que para perdonar se requiere que los agresores o sus descendientes pidan perdón?
* ¿Qué utilidad tiene que “uno” reconozca las atrocidades que cometieron “otros”?
* Si los “otros” ya no viven, y tampoco sus “víctimas”, ¿a quién beneficiaría la tonta disculpa?
* ¿Será bueno, también, que la emperatriz exija a los descendientes de los aztecas que pidan perdón por haberse comido en pozole, durante 200 años, a miles de tlaxcaltecas y de otros pueblos vecinos?
* Si es válida su exigencia, ¿no procedería también exigirles disculpas a los descendientes de más de 100 mil indígenas que se aliaron a Cortés para derrotar al sanguinario imperio azteca?
* ¿Qué aconsejará hacer con el mestizaje, con el idioma, con la religión, con la arquitectura, con la civilización y con el enorme patrimonio de la humanidad, debidos a la conquista?
* ¿También se ha de disculpar España por haber enseñado a los aborígenes a usar la rueda, para que dejaran de seguir cargando las espaldas de sus tamemes?
* ¿Registrará la historia algún imperio que al guerrear contra otros pueblos no cometiera atrocidades, empezando por Francia y Estados Unidos contra México?
* ¿No hay quien le diga a esa señora que todos los pueblos del mundo fueron conquistados, a sangre y fuego, varias veces a lo largo de los siglos; entre ellos España, que fue dominada 800 años por los moros?
* ¿De veras, el nobilísimo “humanismo mexicano”, encarnado en este maravilloso gobierno, necesita disculpas “para (poder) construir una nueva historia”?
Quien no supere (sin disculpas de por medio) los agravios cometidos antes, durante y después de la conquista, seguirá ruin y envenenado; y quien niegue la riquísima herencia indígena y española no es un auténtico mexicano, sino un hijo de padre o madre desconocidos.
Si la emperatriz está empecinada en seguir exigiendo disculpas a España, al menos debería tener algo de pudor y no vivir en el palacio que construyó Hernán Cortés sobre las ruinas donde se adoraba a Huitzilopochtli; ni tampoco hacer su reclamo en español, sino en náhuatl, lituano o búlgaro porque esas son sus raíces.