El deber de no mutilarse

Ciudad de México /

El Artículo 41 constitucional dispone que los partidos políticos son entidades de interés público, promotoras de la participación del pueblo en la vía democrática, y organizaciones de ciudadanos que hacen posible el acceso de estos al ejercicio del poder público.

No obstante, tales entidades suelen responder primordialmente, en México y en muchas partes, a intereses privados de los pequeños grupos que las dominan. Esto las convierte en agencias de colocaciones y espacios propicios para medrar; de ahí la merecida descalificación social que reciben. La paradoja consiste en que los crápulas y traidores que pululan en la política emergen de esa sociedad que los detesta, y son representativos de gran parte de ella. La ausencia de valores cívicos y políticos en la comunidad es la causa generadora de la ineptitud y corrupción que campea en la vida pública. Si la mayoría de los ciudadanos tolera, aplaude y apoya a gobernantes ineptos y corruptos, finalmente los merece.

En razón de espacio, sólo haré dos breves comentarios sobre Morena y el PAN:

Morena dice que trabaja para afiliar a 10 millones de ciudadanos. Está en lo suyo, pues es un movimiento de masas, creado (y dominado permanentemente) por quien se asume poseedor único de la verdad absoluta. Su tarea será fácil, porque teniendo la nómina de los 30 millones que reciben dádivas del gobierno, con entregarles sus respectivas credenciales sanseacabó. Para atraparlos en manada y asegurar sus votos está encomendado (con 4 mil millones de pesos en 2025) el hijo del dueño de ese prostíbulo político.

Como me dijo un amigo: la “esperanza de México” ahora pasa porque se despedacen internamente. ¡Y por fortuna ya lo están haciendo! No debemos distraerlos.

El PAN no señala una cantidad, pero dice que abrirá sus puertas de par en par para que se afilien todos aquellos que quieran sumarse a su lucha. Suena maravillosa la noticia, pero no resiste un análisis responsable. La mafia gobiernista se infiltrará para desnaturalizar su esencia y su lucha.

Además, la fuerza de un partido político no deviene del número de sus afiliados, sino de su ideología y programas de gobierno y del quehacer de sus militantes, de sus dirigentes, de sus candidatos y de sus gobiernos. Por eso, en su origen, el PAN convocó solo a los hombres y mujeres de buena voluntad para construir una patria ordenada y generosa, no llamó a los que simplemente dijeran estar dispuestos a sumarse. También afirmó que “el partido político auténtico no es la asociación de políticos profesionales, sino de hombres y mujeres que entienden su deber de no mutilarse, sino de sumar a sus inclinaciones, a sus preferencias, a sus obligaciones de trabajo y de familia, a sus estudios y a sus sueños, la gestión del bien común, las labores que derivan de su amor a su patria,…”.

  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
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