No merezcamos su desprecio

Ciudad de México /

Hay muchos que apuestan a que la gangrena que corroe a la caterva hecha gobierno, la echará al drenaje en un tiempo relativamente corto.

Se sabe que toda mafia es monolítica mientras tiene adversarios, pero sin ellos se despedaza y destruye. Por ese motivo, los tracaleros empoderados siguen desafiantes y pendencieros frente al mundo entero. El combate a los infieles es lo que los cohesiona.

Esa supuesta fuerza formidable, sustentada en la mentira, el odio y la división no tiene garantizada una larga vida, por carecer de controles internos y externos, y por estar marcada por la ineptitud, la corrupción y la soberbia (¡y vaya que las tiene!); siendo previsible que más pronto que tarde se aniquilen entre ellos o que los gobernados los manden en el Tren Maya al rancho de su progenitor.

El pasado gobierno sólo fue capaz de corromper y destruir, dilapidando criminalmente los ahorros públicos de muchos años, y endeudando al país como ninguno otro en la vida nacional. Ahora la calificada por Forbes como “la cuarta mujer más poderosa del mundo” (pero amorosa esclava del que soltó una carcajada al conocer la noticia) ya decidió carrancearse dos millones de millones de pesos del Infonavit, propiedad de los trabajadores. Aquel, en 6 años endeudó con 7 billones a México; esta, en 100 días, morderá 2 billones de los trabajadores. “¡Vamos requetebién!”

Sin embargo, México no merece de sus ciudadanos una actitud pasiva y de mera sobrevivencia. La destrucción de la familia como crisol de la vida y de la mexicanidad, la miseria educativa, el derrumbe de las instituciones de la República, la ausencia de ley en todas partes, la imparable violencia asesina y predadora, la fatídica impunidad, la parálisis económica, las amenazas del yanqui, las guerras, los falsos nacionalismos y la falta de solidaridad internacional son algunos de nuestros grandes desafíos.

Lo más grave es que gran parte de la población se halla en fuga, sobreviviendo como sea y de lo que sea: si requiere besar las patas traseras de quien les reparte dinero público, a besarlas; si se puede enganchar con criminales, sean elegantes y perfumados o mugrosos con metralleta, para luego es tarde.

Adicionalmente, millones de nuestros jóvenes vagan a la deriva, procurando huir del mundo que han recibido, inmersos en lo fantástico de las redes y soñando enriquecerse de la noche a la mañana. Jóvenes sin acceso a la formidable riqueza que ha dejado la humanidad aquí y en los confines de la Tierra.

Se escuchan quejas en todas partes y en todos los sectores, pero nada resuelven. Los ciudadanos debemos unirnos con talento, valor y generosidad para defender nuestros derechos inalienables; y de esa lucha surgirán nuevos y limpios liderazgos para rescatar a México.

No merezcamos el desprecio de las generaciones venideras.


  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
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