Que las voces ciudadanas demandan que las comparecencias de este miércoles 19 de marzo en el Congreso, del fiscal de Jalisco, Salvador González de los Santos; del coordinador general Estratégico de Seguridad, Roberto Alarcón Estrada; del Secretario de Seguridad, Juan Pablo Hernández; así como de Edna Montoya, titular de la Secretaría de Inteligencia y Búsqueda; no se hagan en privado sino de puertas abiertas y de cara a la opinión pública. De lo contrario sería un pésimo mensaje que teniendo los ojos de la comunidad internacional puestos en el estado por el caso Teuchitlán, todavía se dé otra pésima demostración de la opacidad con que se afrontan las severas crisis de seguridad en el país.
Que inmediatamente después de conocerse el campo de adiestramiento en Teuchitlán y el reclutamiento de jóvenes que buscaban mejores oportunidades de vida y en vez de eso encontraron la violencia del narcotráfico, los bots y voceros de Morena de inmediato accionaron en contra de Movimiento Ciudadano, partido que gobierna Jalisco, peeero tuvieron que meter freno cuando la crisis salpicó a la Guardia Nacional, a la FGR y a la Sedena. Hasta la propia presidenta Claudia Sheinbaum tuvo que salir a decir que solo se aceptará la responsabilidad de lo que arroje la evidencia científica. Qué tanto le estará pegando al gobierno federal que al senador Fernández Noroña no le importa hacer pomada su posición de político de izquierda, ya que salió a poner en duda los hallazgos al asegurar: “Quién dice que los zapatos encontrados son de los desaparecidos”.
Que no cicatrizan las heridas de Teuchitlán —donde las fosas clandestinas desnudaron el horror de un estado fallido—, y ya la violencia vuelve a escupir muerte sobre Jalisco y Michoacán. Cinco elementos federales asesinados en dos ataques coordinados: tres soldados acribillados en una comunidad indígena de Chilchota, dos guardias nacionales masacrados en los límites de La Barca. No son cifras: son la confirmación de que la estrategia de seguridad navega sin brújula en un mar de balas. Los hechos exponen una verdad cruda: los cárteles no reaccionan, sino que actúan con precisión militar.