Que en un hecho insólito después de la tirantez reinante desde las campañas electorales de este año, la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, salió más que airosa de la reunión con senadores aliados y opositores, a quienes agradeció “apertura, participación y disposición al diálogo” y les sacó a todos un “cierre de filas” con la autoridad federal. El punto clave para semejante suceso tiene nombre y apellido, Donald Trump, cuya hiperactividad previa a su toma de posesión ha motivado subir la guardia en temas como migración, acuerdos comerciales y combate al crimen.
Que el pasado miércoles, en plena discusión del Presupuesto 2025, circuló en el Palacio de San Lázaro la invitación a una posada de los diputados de la 4T en un salón cercano a Polanco la noche del jueves, e incluso legisladores de la oposición sostuvieron que Morena y aliados solicitaron agotar en fast track el debate sobre el proyecto de egresos, argumentando que tenían “un compromiso”. Y aunque Ricardo Monreal negó ayer todo, por la noche se supo que el convite cambió de sede al restaurante Bodega del Mar, en el Pedregal. Vaya usted a saber.
Que quien se estrenó con neologismos fue el secretario de Defensa, Ricardo Trevilla, quien desde una camioneta envió una advertencia a unos 200 soldados consistente en que no vayan a andar “malandreando”, metiéndose con “la maña”, porque serán unos traidores e irán por ellos, en un atípico mensaje difundido en video por redes sociales, en el que también reveló que pidió a la Presidenta la creación de 445 plazas.
Que la ex aspirante a la dirigencia nacional del PAN, Adriana Dávila, acudirá este sábado a la sesión de Consejo Nacional, donde pedirá el número de espacios que le corresponden por el 20 por ciento de votos que obtuvo en el proceso interno, que perdió ante Jorge Romero, además de que aprovechará para demandar otra vez que se abra el partido a la crítica interna a fin de ser una verdadera opción. La cosa se ve cuesta arriba para ella frente al patriarcado blanquiazul.