La supremacía política de la que hoy goza Morena en todo el país tiene como factor común el que no existe una contraparte que se muestre como opción viable para la ciudadanía.
Por ello en las charlas de café con amigos ex priistas y ex panistas –muchos de ellos hoy rebautizados en el morenismo (que no en el obradorismo)- siempre sale a relucir el recuerdo de aquellos tiempos de avanzada y organización territorial cuando gobernaban sus partidos.
Siempre habrá una disputa por saber o creer que unos u otros lo hacían mejor, tenían mayor control, sabían quizá administrar mejor la renta política y económica, pero la realidad es que todas las generaciones de políticos, de las que hemos sido testigos en Pachuca, en Mineral de la Reforma, en Tulancingo, en Tula, en Huejutla, y donde usted me diga, son básicamente lo mismo.
Y es que no se puede notar un cambio sustancial cuando se trata de un legado perteneciente a una misma camada, o un mismo grupo de personajes que han perseguido por años el fin de abastecerse del poder, para después convencer o demostrar que pueden o son mejores que los demás.
El caso de la política estatal es digno de análisis: no hay una oposición, porque realmente nunca ha existido una.
Cuando el PRI gobernaba con Miguel Ángel Osorio Chong, los partidos de “izquierda” eran sus mejores aliados, y ni que decir del PAN o de cualquier otra expresión.
Así ocurrió con Francisco Olvera, con Omar Fayad y así ha pasado con los ex presidentes municipales que han sido de todos los partidos, pero que consiguen hacerse de todo cuanto el poder económico les permita, incluida la oposición.
Hoy que gobierna Morena tampoco hay oposición en Hidalgo, como cuando estaba el viejo sistema. Por lo mismo, tampoco hay un debate que resulte en mejores prácticas. Hace algunos años cuando le pregunté a un ex edil qué se sentía levantarse todos los días siendo el jefe, me contestó “a toda madre”.
Quizá hoy se toman las precauciones necesarias para no evidenciar los excesos del poder, pero es muy marcado el patrón de quienes se dedican al oficio político y eso es muy difícil de hacerlo desaparecer.
Una buena reflexión para 2025 en materia de partidos políticos en Hidalgo, es la que está dando el PRD Hidalgo, que luchó en tribunales por obtener el registro local, que hoy quiere y desea regresar a las bases municipales, que parece despertar tras varios años de letargo oficialista, absorbido por las mieles del poder.
El PAN también tiene planes o pretende ser ese partido que la ciudadanía le entregó la confianza total de un país, y el PRI, no parece tener ganas ni de asomar la cabeza.