La presidenta de México inició su sexenio con anuncios rimbombantes para Hidalgo, colocándolo en el centro del discurso como nunca antes.
La entidad hidalguense siempre ha padecido del desdén político y económico por ser el tercer territorio en importancia en el Valle de México, pues está primero la capital del país, después el Estado de México, y al final Hidalgo.
Lo anterior siempre ha dejado al estado como el último en obtener beneficios de las gestiones metropolitanas, al grado que los proyectos que por años se vislumbraron para zonas como Tula, Tepeji del Río o Tizayuca y Pachuca, nunca han visto la luz o se han quedado cortos.
El anuncio de la presidenta de convertir a Tula en una ciudad limpia, donde por fin se pueda combatir la contaminación de las industrias, de las aguas negras, de los suelos tóxicos, de la basura, entre otros males, es un gran aliciente para los habitantes y sus autoridades, sin embargo, no es la primera vez que desde el gobierno federal y estatal se les promete algo similar.
Fue con Felipe Calderón cuando comenzó el supuesto saneamiento de las aguas negras con la Planta Tratadora de Atotonilco que sí, en efecto, es de mucha ayuda, pero no es suficiente y genera problemas como plagas de moscas y más contaminación.
Luego vino el Túnel Emisor Oriente que más que ayudar inundó los campos con aguas negras y a las propias presas que, como sabemos, se han desbordado en Tula y municipios.
Con Miguel Osorio como gobernador se presentó incluso el Plan Maestro de Tula, que tampoco sirvió para mucho, más que para hacer negocios entre particulares.
¿Será que ahora sí se pueda remediar el tema ambiental para Hidalgo?
Por otro lado, se espera que el proyecto del Tren de Pachuca a CdMx sea el detonante para que por fin la entidad sea el polo de desarrollo que por tantos años se ha prometido y ofrecido tanto a inversionistas, como a desarrolladores que solamente llegan y se enriquecen con más fraccionamientos sin generar una comunidad con calidad de vida.