En 2025 el mundo puede tomar un vuelco producto de todas las expectativas que han sido fijadas en las agendas globales, y México no escapa de tal predicción.
A un lustro de distancia de que se determine el final de la agenda 2030 de objetivos de Naciones Unidas, la realidad es que de nueva cuenta se ha fracasado como generación, en lo que respecta a alcanzar los objetivos de desarrollo humano para nuestra especie en el planeta.
Fue a principios del siglo cuando se fijaron las metas universales, tomando en cuenta los indicadores existentes y las cifras a futuro que hoy padecemos: calentamiento global, falta de agua potable, pandemias, gentrificación, explotación de las áreas naturales, contaminación masiva de las ciudades y una larga lista de quejas.
En todo esto, México es participe y protagonista debido a su importancia en el continente americano, su riqueza territorial y su recepción de capitales e inversiones, que lo hacen el principal socio comercial de Estados Unidos, algo que, tanto es bueno como malo.
Por eso, el primer tema para empezar 2025 en todo el mundo será la llegada de Donald Trump de nueva cuenta a la Casa Blanca en Washington. ¿Qué ocurrirá para nuestro país?
Las predicciones son poco confiables en el tema de la política internacional. Tan sólo veamos a Siria, Palestina y el mundo árabe con Israel, su cruda realidad y la falta de una estrategia de recomposición. Por tanto, México tendrá que ir sorteando día cono día la relación con Trump y los Estados Unidos, analizando las situaciones complicadas y cediendo en la mayor parte de los asuntos, para no caer en el dogma en el que vive de forma permanente el próximo presidente del país vecino del norte.
Por si no fuera suficiente, se espera en lo político la primera elección para renovar el Poder Judicial en todo el país, el 1 de junio de 2025. Algo que también va a definir en el corto plazo la forma de impartición de la justicia y lo que reflejemos al exterior como nación. Si la renovación de los estrados y ministerios públicos cumple con su propósito, la elección será un éxito y los ciudadanos y ciudadanas deberán enfrentar mejores procesos y juicios conforme a Derecho, sin sesgos personales o temas de corrupción e influyentismo, algo que se lee como muy lejano, casi imposible de que ocurra en nuestro país, pues la política no distingue colores ni clases, solamente es quien está en el poder, en ese momento, es quien determina cómo se hacen las cosas.