Un mensaje de Navidad

Hidalgo /

Parece sacado de un cuento de temporada decembrina, pero es una situación vigente y aplastante. El ser humano de nuestra generación deambula entre redes sociales y un consumismo avasallante, que no existe un momento de contemplación para acercarnos a la realidad.

Ni siquiera de quienes se espera una mayor empatía y solidaridad hay un espacio destinado para poder observar lo que está pasando en nuestras calles, en nuestros centros de trabajo, en los rincones más oscuros de la sociedad.

La Navidad ha llegado, pero en forma de regalos costosos, de estrés por salir de las tiendas departamentales atiborrado de bolsas con presentes para quienes no queremos ver más que una o dos horas en la cena del 24.

Los supermercados no tienen espacio ya en sus estacionamientos, y no se puede encontrar un carrito disponible para poder realizar las compras. Los padres de familia lucen hasta desesperados por contener los ánimos de sus pequeños hijos, y los más grandes, cada vez con el corazón más decepcionado.

Una de las enseñanzas que nos dejó, a la mala, la pandemia del covid, fue el valorar el tiempo de calidad con los seres más queridos y cercanos a nuestras vidas; a ello, no se le puede recompensar con nada de lo que se ofrece en las tiendas departamentales, es tan sencillo y a la vez tan difícil de lograr, que pocos lo pueden obtener sin caer en la desesperación.

En estos días debemos reflexionar sobre lo que estamos haciendo como habitantes de este mundo, para que nuestro legado sea algo más que los productos del centro comercial, que nos recuerden –si eso llega a suceder en un remoto caso- como gente pensante y preocupada por su entorno, y no nada más por la ropa que usamos o las marcas que vestimos.

La vorágine de una vida social en donde se carece de un propósito más allá que el del hedonismo, es lo que nos tiene en donde estamos; el miedo a perder lo que ni siquiera tenemos, es lo que provoca que nos quedemos estáticos. Seamos todo lo contrario, abramos los brazos a este nuevo día con la esperanza de que la Navidad y el Año Nuevo nos puedan motivar a ser mejores con nuestro entorno, a compartir lo que tenemos y a ayudar a quienes más lo necesitan.


  • Eduardo González
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