El Zócalo está a reventar. Es una de las despedidas triunfales de López Obrador. Muñecos amlitos de gran tamaño circulan para la foto. En la arenga se incluye la proclama política de independencia judicial que más bien representa el quiebre del más grande y último de sus contrapesos institucionales.
Es grave, sí. Pero él no da “campanazo sin huarache”. A temprana hora, como lo había anunciado, firma el decreto de la publicación de la reforma en el Diario Oficial de la Federación. Viola una suspensión. Lo acompaña la futura presidenta. Se sienta a su lado. Claudia Sheinbaum aplaude.
Cada paso, hoy como ayer, está lleno de significados y mensajes. Es un día especial para los mexicanos.
Empiezan los fuegos artificiales y el juego de luces. En la algarabía de la noche, ese 15 de septiembre, suena “El Sinaloense”.
A la misma hora en Culiacán los habitantes permanecen en silencio, en sus casas. Tienen miedo después de una semana de ataques del crimen organizado.
No es el único lugar donde se suspenden los festejos patrios.
En medio de la plaza vacía, el gobernador Rubén Rocha Moya lanza sus “vivas”. Incluye a la autonombrada “cuarta transformación” y vitorea a su líder López Obrador.
En aquella explanada desolada, horas antes, una banda empieza a tocar. En el suelo coloca una manta. Pide a delincuentes y autoridades que cesen los enfrentamientos. “Ay, ay, ay, mamá, por dios…”.
La captura de Ismael El Mayo Zambada, por parte de Estados Unidos, puso en vilo la pax narca. Amanece. Se registran más agresiones.
El comandante de la Sedena, Francisco Jesús Aldana, en conferencia con Rocha Moya indica que no depende de ellos que la gente viva en paz y tranquila, sino de los grupos antagónicos.
Ya nada sorprende. Y viene la reforma de la Guardia Nacional.
Mientras tanto, en Brooklyn, El Sinaloense Mayo(r) se declara no culpable. Se perfila el juicio del legendario miembro del cártel más poderoso. Es testigo directo del empoderamiento del hampa, que incluye a funcionarios. Es protagonista de la historia detrás de la propaganda y las versiones oficiales.
Aquí entre nos
Otro colega se despide. Humberto Padgett deja el periodismo después de 26 años. Entre otras cosas, refiere el acoso y las amenazas bajo las que se encuentran él y su familia.
Perdemos todos. Abrazo, Padgett.