Al grito de guerra

Monterrey /

Se nos cayó el cielo y también parece que se nos está cayendo el sistema político. Los festejos del Grito de Independencia, que tradicionalmente exaltan la soberanía y los ideales fundacionales del país, contrastan con una nueva y cruda realidad: el sistema político está al borde del colapso, el crimen organizado sigue imponiendo su ley en diversas regiones y la violencia amenaza la estabilidad social. Estos problemas se agravan en Nuevo León, un estado que vive bajo la sombra de la inseguridad y las tensiones entre los Poderes locales.

El reciente Grito de Independencia en Nuevo León estuvo marcado por la ausencia de los representantes de los Poderes Legislativo y Judicial. Esta ausencia no solo refleja la falta de cohesión entre los diferentes actores políticos, sino también la profunda división que caracteriza al panorama político de Nuevo León. Los problemas políticos no se limitan a diferencias de opiniones; son síntomas de una crisis más amplia en la que el Gobierno no logra construir puentes de diálogo entre los diversos sectores.

La situación de Nuevo León es un microcosmos de los problemas que enfrenta el país. Mientras que el gobernador Samuel García intenta mantener una imagen de estabilidad y crecimiento, las tensiones entre los diferentes Poderes del estado y la creciente violencia ponen de manifiesto una realidad mucho más compleja.

Esta fragmentación se vuelve aún más preocupante cuando se examina el contexto de seguridad en el estado. La violencia sigue siendo un problema grave, a pesar de los esfuerzos del Gobierno por proyectar una imagen de control y fuerza. La situación en Nuevo León se agudizó recientemente con una serie de narcobloqueos y ataques a las fuerzas del orden en la región citrícola, que sembraron el terror entre los habitantes y llevaron a la cancelación de festejos patrios en varios municipios rurales.

A pesar de los esfuerzos del gobernador por destacar las fortalezas del estado, como su liderazgo en inversiones y generación de empleo, la realidad es que la violencia sigue siendo un factor que define la vida cotidiana en muchas zonas de Nuevo León.

La falta de respuesta efectiva a estas problemáticas coloca en entredicho la capacidad del Gobierno para garantizar la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos.

El gobernador Samuel García ha insistido en que “en Nuevo León tenemos un estado de derecho y una fuerza que jamás va a ser vencida por el mal”. Sin embargo, los hechos contradicen esta afirmación. La violencia es un recordatorio constante de la fragilidad del sistema de seguridad en el estado. Si bien García subrayó que no hubo incidentes de inseguridad durante el Grito de Independencia en el Centro de la ciudad, las balaceras y narcobloqueos en otras partes de la entidad cuentan otra historia.

La respuesta del Gobierno estatal ha sido, en el mejor de los casos, reactiva. Aunque se ha elogiado a las fuerzas policiacas y al Ejército por su capacidad de respuesta, la sensación generalizada entre la población es de miedo e incertidumbre. La criminalidad ha afectado incluso las festividades más tradicionales, llevando a un número significativo de municipios a cancelar sus celebraciones patrias por temor a nuevos ataques.

La falta de colaboración y coordinación entre los Poderes agrava la incapacidad del Estado para hacer frente a los retos del crimen organizado, la inseguridad y la violencia.

En la celebración de la Independencia, entendida ésta no solo como la liberación de una potencia colonial, sino como la capacidad de un Estado de garantizar el bienestar de sus ciudadanos, los gobiernos municipales, el Estado y la Federación están en duda con su gente.

La violencia que azota a Nuevo León es un claro recordatorio de los riesgos que enfrenta el país en su conjunto. Un país donde se festeja la propia Independencia con la anulación de un sistema jurídico para ser sustituido por otro que pierda prácticamente sus niveles de autonomía y que se convierta en un apéndice del Ejecutivo, básicamente como lo era antes de la transición democrática mexicana.

El tiempo avanza y estamos a menos de 15 días de saber de dónde emana el poder.


  • Enrique Burgos-Véliz
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