Un jardín de palabras

Ciudad de México /

Habría que conformarse con ocupar un lugar en el orden natural de las cosas. Así como los árboles, cuya presencia ofrece lo necesario para que otros existan y que haya vida, cada cual es indispensable. Desde siempre la naturaleza resulta parte de los pasajes literarios más hermosos.

De textos filosóficos, por ejemplo, Caminos de bosque, de Heidegger, y Claros del bosque, que escribió María Zambrano, a novelescos y reflexivos como Walden de H. D. Thoreau, las plantas cautivan y todos en casa tenemos alguna, aunque sea pequeña. Recientemente la escritora Sue Stuart-Smith, en La mente bien ajardinada, habla de forma accesible sobre el beneficio de tener un jardín y cuidarlo.

Antes psiquiatra y narradora que aficionada jardinera, conecta los ciclos naturales con los propios. Una metáfora que, sin embargo, parece real y ayuda a la psique atribulada, recuperándose mediante el ejercicio elemental que es ocuparse de algo vegetal siguiendo su ritmo. Con datos históricos y anecdóticos, recrea un mundo fincado literalmente sobre la tierra. “Las plantas nos plantean desafíos mucho menos complicados que las personas, y trabajar con ellas puede ayudarnos”. 

Borges escribió: “…uno planta su propio jardín”, como un símil de cuidarse a sí mismo que se volvió referencia en la literatura universal. La horticultura, además de una actividad, Sue Stuart-Smith la convierte en un arte con repercusiones positivas anímicamente. El mejor modo de cuidarse es cuidando también otra cosa.


  • Erandi Cerbón Gómez
  • femme.de.lettres@hotmail.com
  • Erandi Cerbón Gómez (Ciudad de México, 1991) hizo estudios de filosofía en la UNAM y escribe sobre libros en MILENIO desde 2014. Publica los jueves cada 15 días su columna Igitur.
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.