Un par de series presentan a sendos personajes que investigan un caso en particular fuera de las instrucciones que recibieron de sus respectivas organizaciones: la policía del condado, en un caso, y una especie de grupo secreto un tanto indefinido, en el otro. Si bien los dos cumplen con algunas características de rigor -solitarios, relaciones complicadas, siempre en riesgo, ajustes sobre la marcha- presentan rasgos diferenciados, incluso entre sí: mientras el primero recurre a la introspección y se entrega al análisis obsesivo, al segundo no le para la boca y va de frente sin pensárselo dos veces. Se pueden ver por Apple TV.
Creada por el guionista Mark Protosevich en clave de technoir y dirigida con deslumbrante elegancia por Fernando Meirelles y Adam Arkin, Sugar (EU, 2024 - ) es una mirada retrofuturista al clásico género detectivesco ambientado en Los Ángeles. El protagonista acepta indagar el caso de una joven desaparecida a petición de su abuelo, un famoso productor hollywoodense (James Cromwell, misterioso), lo que lo lleva a inmiscuirse en el conflictivo entorno familiar de promesas rotas que incluye al medio hermano (Natty Corddry), el padre también en el medio (Dennis Boutsikaris), y a la madre (Amy Ryan, sobreviviendo a sí misma), cantante con problemas de adicción, además de los delincuentes y posibles informantes que pululan en sórdidos ambientes, entre redes de trata y tráfico de personas.
A lo largo de sus ocho capítulos, Colin Farrell, también productor ejecutivo, encarna convencidamente con los respectivos demonios internos, incluyendo la pérdida de una hermana, al políglota John Sugar, el taciturno, reflexivo y metódico protagonista, compartiendo sus pensamientos con voz en off, que evita la violencia hasta donde sea posible, ayuda sin esperar nada a cambio (como al homeless y su perro) y trata de controlar sus malestares físicos y emocionales, con todo y el apoyo de una mujer (Kirby) que funge como su contacto para los casos, como el que resolvió en Japón al inicio del relato.
La estilización fotográfica, que arranca desde los créditos musicalizados por el gigante Kamasi Washington, transcurre a partir de una cámara que gusta de ubicarse en angulaciones inesperadas y de una edición que mete al personaje en el clásico cine negro estadounidense de las décadas de los 40’s y 50’s, así como en las disquisiciones propias de la resolución del caso que si bien resulta más o menos convencional en tono, estructura y desenlace, se arriesga con un giro de tuerca, sumado al fantasmal espíritu angelino, listo para discutirse en cuanto a su argumentación y concepto.
En tono de comedia criminal con ciertos tintes de humor negro, Bad Monkey (2024 - ) es una serie creada por Bill Lawrence (Spin City, 1996-2002; Scrubs, 2001-2010; Ted Lasso, 2020-2023; Shrinking, 2023 - ), basada en la novela homónima de Carl Hiaasen y cuyos capítulos los dirigen distintas personas, incluyendo algunas del reparto, en la que seguimos a un parlanchín e inquieto detective recién separado de la fuerza policiaca por agredir al marido de su amante (Michelle Monaghan), ahora trabajando como inspector de restaurantes en la región sur de La Florida.
La aparición de un brazo amputado en el mar detona una investigación superficial por parte de las autoridades que el protagonista no está dispuesto a aceptar, por lo que empieza a escarbar en el asunto, contactando a la hija (Charlotte Lawrence), a la presumible viuda (Meredith Hagner, insufrible) y a algún posible informante (Zach Braff), con el reticente apoyo de su amigo y colega (John Ortiz) y la incorporación de una médica forense (Natalie Martínez). De manera paralela, a sabiendas que en algún momento se conectarán sus caminos, un joven pescador (Ronald Peet) trata de defender su terreno en la playa de la isla de Andros en las Bahamas frente a una amenaza inmobiliaria, por lo que recurre, junto con su inseparable mono, a una joven bruja local, conocida como La Reina Dragón (Jodie Turner-Smith), que vive con su madre y mentora, mientras es perseguido por un matón local.
Con la voz de un narrador que indica posibilidades y deseos más allá de los protagonistas, los capítulos se deslizan con fluidez e interés, conectando el relato central de la investigación, conducida por un incombustible Vince Vaughn, apoyado por apariciones de Scott Glenn como su padre, con las ramificaciones desprendidas o conectadas, incluyendo diálogos ingeniosos y un humor que se asienta en las situaciones incluso problemáticas y en algunos personajes, como el agente inmobiliario (Alex Moffat) que trata de vender la casa de junto del protagónico y algunos presencias más, mientras suenan, entre otros, War On Drugs, Sharon Van Etten, Kurt Vile, Eddie Vedder, Waz, Jammie Jackson y parte del cancionero de Tom Petty en logradas versiones.