Una breve mirada a algunas de las películas que cumplen un siglo de vida y que siguen mereciendo, como en su momento, ser bien vistas.
El maestro alemán Ernst Lubitsch, ya instalado en Hollywood, filmó El círculo matrimonial, hilarante comedia romántica basada en la obra teatral de Lothar Schmidt, desarrollada a partir de enredos en la que se ven involucradas dos parejas entre juegos seductores, infidelidades por comprobarse, confusiones y distanciamientos continuos. Además, el realizador entregó los dramas Tres mujeres, sobre un vivales que se relaciona con las damas del título, y Paraíso prohibido, de mirada política con todo y sus intrigas sentimentales. F. W. Murnau, en tanto, dirigió El último, alrededor de la vida de un conserje que es degradado sin emplear letreros explicativos.
Basada en la novela de Mcteague de Frank Norris, Avaricia tenía originalmente una duración de cerca de nueve horas pero fue estrenada comercialmente con apenas 150 minutos aproximadamente y actualmente se puede ver la restauración a lo largo de cuatro horas: el maestro austriaco Erich Von Strehim realizó en Estados Unidos esta opus magna sobre el descenso personal a los infiernos de un dentista de San Francisco junto a su esposa y un amigo con el que se distancia radicalmente, filmada a través de la utilización de técnicas innovadoras, rodada en exteriores y que terminó por ser una de las películas más influyentes de la historia.
En este plan de grandilocuencia, Fritz Lang realizó Los nibelungos en sus dos partes: La muerte de Sigfrido y La venganza de Krimilda, ambas co escritas por Thea von Harbou, esposa del director, y basadas en el cantar de gesta germánico del siglo xiii, al cual le hacen toda la justicia épica del caso, sobre todo tratándose de una historia anclada en el corazón de la cultura mitológica de aquellos pueblos, entre espadas, guerreros, princesas y dragones. Aelita: reina de Marte es una precursora de la ciencia ficción rusa en clave constructivista que fue dirigida por Yákov Protazánov y en la que prevalece el conflicto político y romántico por sobre la conquista del planeta rojo; destaca el diseño de la artista ucraniana Alekandra Ekster.
En distinta perspectiva, Serguéi M. Eisenstein debutó con La huelga, anunciando ya la aplicación de sus ideas sobre la edición (el ataque a los huelguistas y la matanza de bovinos, por ejemplo), y su claro sustrato ideológico de carácter marxista, retratando un movimiento colectivo justo en tiempos de revoluciones por venir.John Ford entregó la impecablemente filmada El caballo de hierro, aprovechando la construcción del ferrocarril como alegoría para exponer la edificación de una civilización que, pasado el tiempo, se pudiera cuestionar desde diversos ángulos, principalmente el colonialista.
El que recibe las bofetadas, cinta de Victor Sjöström, presenta a un científico vuelto payaso de triste figura, interpretado por Lon Chaney, que por azares del destino se encuentra en el circo a su antiguo mentor que le robó una teoría y sedujo a su esposa, además de darle una cachetada ante la comunidad científica: breve y conmovedor, el filme fue el segundo que rodó en Estados Unidos el brillante cineasta sueco, tras Name The Man!, también en este año. Y en Suecia, justamente, la novela que marcó el debut de Selma Lagerlöf sirvió de base para La leyenda de Gösta Berling, dirigida por Mauritz Stiller en la que se enfatiza la decadencia social de principios del siglo XIX a través de los ojos de un pastor luterano alcohólico, como Bergman lo haría después, apenas refugiado en una condesa, interpretada por Greta Garbo.
Buster Keaton entregó El navegante y el mediometraje El moderno Sherlock Holmes, en la que incluso se rompió el cuello sin darse cuenta dada la capacidad para la acrobacia física que poseía, además de su mirada onírica acerca de los alcances de un relato más allá de la realidad, incluso que alcanza el logro imposible de convertirte en lo que soñabas ser. En El ladrón de Bagdad, co escrita, producida e interpretada por Douglas Fairbanks bajo la dirección de Raoul Walsh, fue de los clásicos filmes de aventuras liderados por el afamado actor, aquí aprovechando un impresionante diseño de producción para desplegar su encanto y desfachatez. Por su parte, Harold Lloyd apareció en El tenorio tímido de Fred C. Newmeyer y Sam Taylor como un aprendiz de sastre que sabe en teoría cómo cortejar a las mujeres.