Sociedades post pandémicas

León /

Un par de series exploran la reconfiguración de las comunidades humanas después de padecer sendos virus que exterminaron a gran parte de la población, además de generar otras situaciones inéditas y plantear condiciones que ponen a prueba la inclusión, la solidaridad y el instinto de sobrevivencia más allá de las probabilidades de seguir existiendo. La primera en Max y la segunda en Netflix.

Estación Once (Station Eleven, EU, 2021-2022) es una miniserie creada por Patrick Somerville con base en la novela de la canadiense Emily St. John Mandel y estructurada en diez capítulos que arranca con una muerte en el escenario teatral mientras se interpretaba El Rey Lear en Chicago; ante la confusión y el caos que se va generando, una niña actriz (Matilda Lawler) trata de salvarse y es ayudada por un hombre (Himesh Patel) que recibe la noticia por parte de su hermana acerca de la presencia de una gripe mortal. Además, las personas relacionadas con el difunto actor, como su primera esposa y su mejor amigo, se irán relacionado entre sí y encontrando sus propios destinos.

A partir de ahí viajamos 20 años adelante para ver a la niña actriz convertida en resolutiva sobreviviente (Mckenzie Davis, aguerrida y sensible) y vamos y venimos en el tiempo desde que nació el brote hasta las dos siguientes décadas post pandémicas para conocer a una comunidad creada en un aeropuerto; un grupo de teatro y musical conocido como Sinfónica itinerante, que interpreta obras de Shakespeare; una especie de incendiaria secta de niños comandado por un misterioso personaje, cuya historia de infancia será revelada (Daniel Zovato); un museo de la civilización, cual intento de preservación; una comunidad de profesores; un grupo violento conocido como Bandanas rojas; un centro de maternidad; otros personajes y cómo vivieron el episodio del contagio, y el origen de la misteriosa novela gráfica que da título a la serie.

A lo largo de los capítulos dirigidos en enfocada tesitura visual y dinámica reflexiva por Podeswa, Shaver, Murai y Tcherniak, bien cobijados por un score que va del country a sonidos vaporosos, se despliegan escenarios de Ontario -aunque todo sucede en la región de los Grandes Lagos- que transitan de un contexto urbano que va quedando en ruinas, a espacios dominados por ambientes naturales por donde transitan los grupos y personajes, por momentos refugiados en alguna construcción que tuvo alguna otra función cuando prevalecía eso que se suele llamar como civilización: la gente se sostienen en sus recuerdos, viven las angustias de la pérdida y atraviesan por situaciones inéditas, tratando de entender el nuevo mundo que les ha tocado vivir, excepto quienes nacieron después del brote, habituados casi genéticamente al nuevo contexto.

Por su parte y en lograda clave de fantasía familiar, salpicada de acción, drama y suspenso con el equilibrio necesario, Sweet Tooth (EU, 2021-2024) fue creada por Jim Mickle con base en la serie comiquera de Jeff Lemire, y organizada en tres temporadas, entre las que la segunda, si bien no está al mismo nivel, funciona a manera de puente narrativo para la primera y la última, en donde se plantean los distintos desafíos a los que se les va dando respuesta tras largos periplos y búsquedas de respuestas. Un extraño virus ha reducido a la población humana, al tiempo que han empezado a nacer niños mudos con rasgos animales, llamados híbridos y a quienes se les rechaza por su apariencia y temor, pero al mismo tiempo se les busca para analizarlos y ver si son la causa o el remedio para la enfermedad pandémica que se manifiesta con una temblorina del meñique.

Un niño reno que sí habla (Christian Convery), presumiblemente el primero en su tipo, vive seguro con su padre en el bosque hasta que empiezan las amenazas de los cazadores de los híbridos y, al quedar solo tras un incendio, encuentra una caja con la fotografía de quien pudiera ser su madre: junto con un gigantón que antes atrapaba a estos particulares seres (Nonso Anonzie) y que también está en busca de su familia, emprenderá un viaje hacia el norte al que se suman una mujer que tiene un refugio (Dania Ramirez) y una joven guerrera que trata de encontrar a su hermana (Stefania Lavie Owen), ambas protectoras de los híbridos, justo para enfrentar los riesgos que incluyen grupos hostiles y villanos que tratan de usar y erradicar a los humanitos con rasgos animales.

Con narración en off de James Brolin, la serie consigue construir personajes entrañables e incluso ambiguos, como el doctor que trata de salvar a su esposa, justificando los medios (Adeel Akhtar), para centrar su discurso en la tolerancia y la posibilidad de redención, así como en la incertidumbre que implica estar en constante búsqueda por las sorpresas que puede dar el árbol de la vida plantado en el fin del mundo. Con un bien seleccionado repertorio de canciones e inspirador score, ágil edición y disfraces que incluso parecen caseros, la mayor parte de los capítulos encuentran su propio centro de interés que suma al relato siempre en tono accesible: en efecto, una buena serie para verse en familia.


  • Fernando Cuevas
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