Tomar a los padres

  • Semillas de conciencia
  • Gabriel Rubio Badillo

Tamaulipas /

Para sanar nuestro vínculo con nuestros padres existen tres etapas de transformación psicológica: aceptar, perdonar e integrar. Y son tan importantes que si no logramos desarrollar una conexión sana con ellos, no habrá manera de que el resto de nuestras relaciones sean armónicas ni felices.

El vínculo con nuestros padres contiene la energía primaria de todo lo importante en la vida. El vínculo no es lo mismo que la relación con ellos.

El vínculo es la conexión emocional y energética que sostenemos internamente con ellos; la relación, es la forma práctica sobre nuestra interacción con los padres. La calidad de la relación no está del todo en nuestras manos; pudiera ser que alguno de nuestros padres o ambos, no quiera un acercamiento positivo con nosotros y no podemos obligarlos.

O puede ser que incluso ya no existan. Pero el vínculo es completamente independiente de la relación. Nosotros somos los únicos que podemos sanar nuestro vínculo con ellos. Es la forma en cómo los percibimos y el tipo de sentimientos que nos despiertan.

El primer paso; la aceptación, básicamente significa renunciar a tratar de cambiarlos. Entender desde una comprensión emocional y espiritual, que ellos probablemente no van a cambiar y no necesitan ser cambiados para amarlos. La aceptación es dejar de desear haber tenido unos padres diferentes. No significa resignarse; la aceptación es un abrazo amoroso para decirles “así te quiero, tal cual eres con tus aciertos y tus yerros”.

La reconciliación tiene que ver con perdonar sus fallas que en su momento pudieron habernos herido. No significa justificar sus posibles malos tratos, sino ser capaces de desarrollar la empatía para entender su historia y su contexto, y comprender que dieron lo que tenían para dar. Es eliminar el resentimiento, dejar de enfocarnos en sus fallas y carencias. Y finalmente: la integración, significa poder percibirlos afectivamente dentro de nosotros y nosotros dentro de ellos.

Una parte de todo lo que son, vive en nuestro interior; tanto sus luces, como también sus sombras. Y entender que podemos elegir inclinarnos a repetir una historia enfermiza o convertirnos en personas mucho más transparentes.

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